La eficacia goleadora del Auriazul fue total, con un juego vertiginoso, pero ordenado a la vez desde el mediocampo por Esteban Ramírez.
La velocidad de Núñez, Ortega, Alegre y Giménez fueron cruciales para enfrentar a una defensa mal parada y un medio sector sin marca alguna que tuvo Nacional en la mayoría del partido.
Fue tan abrumadora la superioridad auriazul en campo que el marcador llegó a estar 4-0, golpe que sintió en el orgullo el equipo local.
La reacción fue netamente pasional por parte de la Academia, sin muchas ideas y con amor propio logró descontar y ponerse 4-2.
Esa fue la única falencia en el juego de Luqueño, no saber cómo enfriar el encuentro al estar con tanta ventaja.
Pese a eso, la verticalidad del equipo de Rivera le valió llegar al quinto gol ante un equipo jugado en ataque y con enormes falencias en la marca como lo fue Nacional.