23 abr. 2024

Los cazadores de tesoros desentierran el sueño del oro de Yamashita

Tras setenta años de búsquedas infructuosas y cuando todos lo habían dejado por imposible, un grupo de filipinos se dispone a perforar de nuevo la tierra con el sueño de hallar toneladas de oro y probar como cierta la leyenda del tesoro de Yamashita.

Vista de la carretera que conduce a la ciudad de Baguio (Filipinas) donde dice la leyenda que hay un tesoro escondido desde la II Guerra Mundial. EFE

Vista de la carretera que conduce a la ciudad de Baguio (Filipinas) donde dice la leyenda que hay un tesoro escondido desde la II Guerra Mundial. EFE

EFE

En el Centro de Convenciones de Baguio, emplazado sobre una colina de esta ciudad unos 250 kilómetros al norte de Manila, el tiempo ha llenado de grietas los muros de hormigón que protegen un salón de actos tan inmenso como anticuado.

Cuando en 1978 Anatoli Kárpov dio el jaque mate final que le otorgó el Campeonato Mundial en el entonces recién inaugurado pabellón, el ajedrecista ruso no imaginaba que bajo sus pies podía hallarse un tesoro enterrado por las tropas japonesas en retirada al final de la II Guerra Mundial.

Bajo la dirección del profesor universitario jubilado de 66 años Eliseo Cabusao, un grupo de 24 abogados, docentes, taxistas y tenderos locales ha colocado una máquina perforadora junto al Centro de Convenciones al creer que sus cimientos descansan sobre miles de millones de dólares en forma de lingotes de oro.

“Confiamos en encontrarlos”, asegura a Efe Cabusao, que tras veinte años investigando libros, documentos históricos y testimonios decidió en 2014 emprender la búsqueda del oro escondido por las tropas del general Tomoyuki Yamashita (1885-1946), conocido como el “tigre de Malasia” por sus éxitos militares en el sudeste asiático.

Se dice que Yamashita ordenó enterrar en Filipinas las riquezas expoliadas por el imperio japonés en varios países de la región cuando el avance del contingente aliado al mando del general Douglas MacArthur se hacía imparable y dificultaba sacarlas por mar del país.

Tras refugiarse en Baguio durante la entrada triunfal estadounidense en Manila, el “tigre de Malasia” se rindió oficialmente el 3 de septiembre de 1945, fue juzgado por un tribunal militar y ahorcado el 23 de febrero del año siguiente sin confesar el paradero de las supuestas fortunas escondidas.

“El tesoro de Yamashita ha formado parte de la cultura popular filipina desde la II Guerra Mundial y la leyenda creció gracias a pequeños descubrimientos de tesoros tras la posguerra, que alimentaron el sueño de hacer fortuna rápidamente”, explica a Efe el profesor de historia Ricardo Jose, de la Universidad de Filipinas (UP).

El hallazgo más importante fue el del cazador de tesoros Rogelio Roxas, quien en 1970 aseguró haber encontrado bajo tierra en Baguio un buda de oro, varios lingotes del valioso metal y piedras preciosas.

Roxas fue encarcelado y el botín -según su testimonio- acabó en la caja fuerte del entonces presidente y posteriormente dictador Ferdinand Marcos, conocido por haber engrosado sus cuentas personales y las de su esposa Imelda con el equivalente a más de 7.000 millones de euros durante sus 21 años en el poder (1965-86).

“Existe la creencia popular de que Ferdinand se hizo rico tras apropiarse de parte del tesoro de Yamashita”, asegura el profesor Jose, aunque opina que esto “es un rumor probablemente fomentado por los propios Marcos para ocultar que la mayoría de su fortuna fue sustraída de las arcas públicas”.

Desde la época de los Marcos incontables excavaciones han derivado como mucho en el hallazgo de un puñado de monedas antiguas, pero los buscadores de tesoros liderados por Cabusao creen que esta vez habrá más suerte ya que cuentan con un nuevo aliado: la tecnología.

“Con la ayuda de un grupo de ingenieros mecánicos y eléctricos, hemos utilizado detectores de metales, escáneres y hasta imágenes de satélites. Así que estamos convencidos de que aquí hay oro”, afirma el líder del grupo, señalando el Centro de Convenciones.

Si su intuición no falla y las máquinas comienzan a sacar lingotes, los buscadores ingresarán un 30 % de las ganancias, mientras el 35 % corresponderá al Gobierno de Filipinas y otro 35 % al Ayuntamiento de Baguio, indica su concejal Edgar Ávila en una entrevista con Efe.

“De encontrarlo, se acabaría el mito y dejarían de venir a Baguio a buscar tesoros; y, lo más importante, la economía local avanzaría y beneficiaría mucho a nuestros ciudadanos”, asegura el edil.

Por su parte, el profesor Ricardo Jose predice que, pase lo que pase, el fenómeno de los cazadores de tesoros continuará ya que “mientras siga habiendo pobreza, la gente seguirá buscando modos de hacer fortuna rápidamente”.

Atahualpa Amerise

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