06 may. 2024

La inestabilidad política obstaculiza el desarrollo

Es imposible pensar que un país se vaya a desarrollar en el marco de una marcada inestabilidad política, como es la crisis desatada en torno al plan oficialista de reelección. Puede crecer la economía, algunos negocios pueden prosperar, pero no se puede aspirar a un desarrollo que incluya bienestar y democracia. No hay literatura sobre los factores determinantes del desarrollo que señalen que es posible llegar al mismo con altos niveles de inestabilidad política y debilidad democrática.

Después de 28 años de una democracia endeble, cargada de graves problemas políticos –como la crisis generada por el atraco al Congreso, buscando imponer la enmienda que permita la reelección presidencial, violando la Constitución–, los resultados están a la vista.

A pesar de la estabilidad macroeconómica y un alto nivel de crecimiento promedio del producto interno bruto, la mayoría de los indicadores económicos están lejos de los de un país desarrollado, incluso a una gran distancia de los países vecinos, a los que todavía les falta un gran trecho para llegar a niveles como los logrados por muchos países del mundo.

Si analizamos los típicos indicadores económicos relativos a la producción podremos ver una economía altamente dependiente de factores exógenos, como el mercado externo y el clima. Esta situación se traduce en altos niveles de volatilidad que, a su vez, obstaculizan decisiones de largo plazo por parte de los agentes económicos.

El escenario empeora si analizamos el grado de diversificación económica y el valor agregado. Nuestra economía produce y exporta pocos productos y a pocos mercados, y sin mayores niveles de procesamiento, lo que se traduce en una escasa capacidad de derrame, tanto hacia el fisco como hacia el mercado laboral. Si vamos un poco más allá del volumen producido y analizamos los niveles de productividad, nos encontramos con otra importante decepción. Somos una de las economías de menor productividad de la región y una casi nula capacidad para innovar.

Otros indicadores, que a veces son causa de los anteriores y otras veces consecuencia, muestran la debilidad de este modelo productivo. Los niveles de ingreso per cápita se mantienen entre los más bajos, una mínima proporción de la población gana el ingreso necesario para contar con una vida digna y aún quedan muchas personas que no logran alimentarse bien en un país netamente exportador de alimentos.

El trabajo, además de no generar los ingresos necesarios, es precario e inestable. El porcentaje de personas que logra un empleo con seguridad social y otros beneficios es bajo; por lo tanto, durante su vida laboral es vulnerable y cuando envejece se empobrece al no contar con jubilación. El nivel educativo de la población ocupada apenas llega a los 6 años de estudio, explicando en parte el bajo nivel de productividad. Los niveles de desigualdad económica, medidos por el ingreso o el acceso a la tierra son escandalosos, revelando la incapacidad de la economía de que sus beneficios lleguen a la mayoría. Definitivamente, estos indicadores económicos no son señales de que estamos ni siquiera transitando hacia el desarrollo.

El país debe preguntarse hasta dónde estos magros resultados son producto de la propia dinámica económica y hasta dónde la inestabilidad política y la inseguridad jurídica derivada de la misma impiden que Paraguay avance de un mero aumento de la producción hacia un bienestar al menos económico si no es posible llegar a un pleno desarrollo.

Lo cierto es que ningún país actualmente desarrollado llegó allí con inestabilidad política.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.