09 may. 2024

La controversia continúa 70 años después del último vuelo de Saint-Exupéry

“Si soy abatido, no lamentaré absolutamente nada”, dejó escrito el autor y piloto francés Antoine de Saint-Exupéry el 30 de julio de 1944, un día antes de que su avión desapareciera en el Mediterráneo y avivara con ese fatídico fin un mito en torno al cual continúa la controversia.

Fotografía facilitada por la Fundación Antoine de Saint-Exupé de Antoine de Saint-Exupéry, junto a su mujer Consuelo y al aviador Henri Guillaumet. Foto: EFE.

Fotografía facilitada por la Fundación Antoine de Saint-Exupé de Antoine de Saint-Exupéry, junto a su mujer Consuelo y al aviador Henri Guillaumet. Foto: EFE.

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“Nunca sabremos de verdad cómo murió”, señala Delphine Lacroix, que se ocupa de la memoria del autor para la Fundación Antoine de Saint-Exupéry, y que cuestiona la versión oficial que indica que el autor de “El Principito” fue abatido por un caza alemán.

Una historia que fue reforzada en 2008, cuando el piloto alemán Horst Rippert se declaró responsable del tiro que alcanzó al aparato del escritor, lo que pareció poner fin a la controversia.

Pero Lacroix cree que podría tratarse de “un simple fabulador” y que el accidente pudo deberse a diversas causas difíciles de determinar.

El misterio que rodea a su muerte no hace más que engrandecer la figura del aventurero literato que, con motivo de los 70 años de su desaparición, es objeto de multitud de homenajes.

Un avión P-38 Lightning sobrevoló la base aérea francesa de Cognac el pasado 27 junio en memoria al comandante Saint-Exupéry, que pilotaba ese mismo modelo cuando desapareció durante su última misión y no volvió a localizarse hasta 60 años después.

La Galerie ArtCube, emplazada en el barrio parisino de Saint-Germain-de-Prés, inauguró una exposición el pasado junio en la que, hasta finales de agosto, se rememora “más al piloto de guerra que al escritor” y su trágico fin, según su responsable, Jonathan Gervoson.

Fotografías de aviación, fragmentos de un avión redecorado, placas de aluminio o esculturas del imaginario de “El Principito”, son los elementos con los que seis artistas plasman la legendaria vida del piloto-escritor.

Saint-Exupéry se inició en la aviación en los años treinta con la compañía Aéropostale, encargada de distribuir el correo desde África hasta América del Sur y, según Gervoson, “formó parte de los escritores aventureros de esa época, como Ernest Hemingway”.

Ese es otro de los puntos controvertidos de la vida del escritor francés, pues como señala su biógrafo, Virgil Tanase, Saint-Exupéry, “se convirtió en aviador para ganar dinero, pero siempre quiso dejarlo”.

“No era un buen piloto, no quería aprender inglés, idioma que hablaban los controladores aéreos estadounidenses, y no respetaba las consignas”, indica Tanase, que recuerda que el autor de “Vuelo nocturno” cometió “errores monumentales” en aviación.

Se estrelló en varias ocasiones y siempre quiso llevar una existencia más tranquila como escritor, pero “el problema en toda su vida era su compromiso con el deber”.

En 1940 publica “Piloto de guerra”, una llamada a Estados Unidos para que entre en la Segunda Guerra Mundial, donde considera que se está luchando en defensa de la civilización occidental.

La ideología nazi le parece “el colmo de una actitud peligrosa, brutal y animal”, apunta Tanase, que explica que en el mundo de Saint-Exupéry “las diferencias se dialogan”, sin embargo en el nazismo “la conquista se ejecuta por la fuerza bruta y eso significa la muerte del hombre”.

Pese a que le prohibieron combatir porque superaba la edad permitida, utilizó su ya notoriedad como escritor y a sus contactos para unirse a un equipo de reconocimiento del Ejército.

El sacrificio era algo importante para el recto código de honor del autor de “El Principito”, un eterno niño que comparaba la artillería con las nubes, el mejor epitafio para un humanista que pasó su vida surcando el cielo.

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