Recientemente una publicación de la BBC contaba que en el Japón los padres piden disculpas públicas por el mal comportamiento de sus hijos. Señalaba que en el 2016, por sentirse “moralmente responsables”, hubo varios casos de contrición ante la prensa de padres cuyos hijos cometieron hechos criminales u otros daños a la sociedad.
Pensé en esto cuando leí el lunes que en las últimas dos semanas, chicos menores de edad causaron tres accidentes y seis muertes.
¿Qué hacían al mando de un vehículo y qué clase de adultos son los que permiten tamaña irresponsabilidad?
Preguntas similares se nos plantean cuando nos relatan cómo se alcoholizan los adolescentes, los que, por cierto, en la actualidad consideran imposible divertirse en una reunión si no circulan bebidas alcohólicas en forma ilimitada. En gran medida, porque es lo que observan como “normal” en cualquier reunión familiar o social.
Recordemos que las celebraciones del último primer día de clase en los colegios; y en los famosos “bautismos” en las universidades, los jóvenes son obligados a intoxicarse con alcohol y quienes organizan esta fiesta, también beben, en muchos casos, apoyados por adultos.
Hay padres que celebran que sus hijos varones reciban en sus casas visitas de amigas con las que normalmente se encierran por horas en la habitación del muchacho. Este acto es visto con picardía machista y celebrado con satisfacción, sobre todo por los papás, aunque el hijo se trate de un púber.
Por supuesto, ni remotamente admitirían que suceda tal cosa, si en vez de hijo, tuvieran hijas y estás quisieran recibir a sus amigos en el dormitorio.
¿Cómo pedir disculpas públicas por hechos que están mal, que avergüenzan y producen daño, si los adultos ni siquiera toman conciencia del relevante papel que tienen en la conducta de sus niños? Cuando ni siquiera se sienten responsables de lo que hagan sus hijos. Cuando estos protagonizan hechos lamentables, generalmente culpan a la sociedad y a los medios de comunicación que, ciertamente, tienen mucho que ver, pero no sustituyen la educación, los valores, el cariño, y los cuidados que un niño o un adolescente debe recibir en la familia. Pero hay cada familia...
Cuando se cruza el barrio Mundo Aparte o Kambala en la curva antes de salir a General Santos, está el único espacio comunitario del lugar. Una pequeña porción donde bien podrían haber juegos infantiles para los niños de ese asentamiento urbano.
Sin embargo, el sitio es usurpado por los hombres que se juntan a beber bajo ensordecedores ritmos de cachaca y reguetón. Es el ejemplo que reciben los chiquillos del lugar. Cuando hay preponderancia de padres autoritarios, deshonestos, prepotentes, ignorantes y el Estado prácticamente no existe, difícilmente las nuevas generaciones irán a ser mejores. Nadie se siente moralmente responsable de nada.