Pocas veces en nuestra historia reciente hemos tenido presidentes que “sepan hablar”. Por treinta y cinco años nos gobernó con mano dura un militar parco y frío que las pocas veces que accedía a entrevistas para medios extranjeros (con preguntas digitadas obviamente) tenía que leer las respuestas que le eran escritas por quién sabe qué asesor de prensa y protocolo.
Lo más curioso de este oscuro periodo es que a pesar de no hablar, Alfredo Stroessner estaba en todas partes. Era el ojo que todo lo veía, el “gran hermano” de la República del Paraguay. Y pensarán "¿qué diablos se cree este pendejo para hablar de una época en la que ni siquiera nació?”. Yo les contesto que solo basta entrar al archivo y mirar los diarios de la época para vislumbrar el control total de ese régimen en las noticias y el sistema propagandístico del stronismo (principal exaltador de sus obras de infraestructura y de la “democracia sin comunismo”).
La democracia llegó con la libertad de prensa bajo el brazo, lo que obligó al establishment a repensar el tema de la comunicación.
Haciendo un repaso breve de esta turbulenta transición, podemos concluir que la relación prensa/gobierno continúa siendo una materia pendiente para periodistas y comunicólogos.
Recién bajo el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012), la comunicación se convirtió en política de Estado con la creación de la Sicom y con ello la Televisión Pública, que con sus luces y sombras marcó un hito.
No obstante, el caso Horacio Cartes es tema de estudio, de eso no hay duda alguna.
Ya en tiempos de campaña electoral eran notorios los roces entre el empresario tabacalero y los trabajadores de la prensa, situación que se agudizó con su llegada al poder.
No pocos quedamos perplejos al anunciarse la compra de dos holdings de medios por parte del Grupo Cartes.
Haciéndolo corto, el esquema comunicacional de los medios de Mr. President es el siguiente: un diario digital para atacar a los políticos opositores y tratar de acallar las voces disidentes, un pasquín de corte popular que hace la misma tarea y en contrapartida un diario de perfil empresarial y económico para exaltar las obras del gobierno desde un punto de vista más “serio”, más técnico.
Ya no estamos en tiempos del Big Brother. Hoy la gente ya no se traga las artimañas propagandísticas de hace tres décadas y eso es innegable.
Y si teniendo a disposición radios, periódicos, canales de televisión y una horda de comentaristas falsos en las redes sociales tu figura no puede despegar a tres años de gestión, algo no está funcionando tan bien que digamos...