18 abr. 2024

La aventura de la historia

Movidos por el interés de recorrer los sitios de las batallas que los ejércitos paraguayos libraron durante dos guerras, un grupo de aventureros luqueños organiza cada año un raid histórico en homenaje a los soldados compatriotas. Una experiencia gratificante.

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Una noche de amena conversación en Luque, con un par de vasos de cerveza sobre la mesa, para hacer más fluida la charla. "¿Por qué no aprovechás tus viajes y visitás esos lugares donde peleamos en la guerra?”, le pregunta el excombatiente Benito Coronel al macatero Juan Basilio Johnny Benítez. "¿Por qué no?”, responde el comerciante mientras la idea toma forma en su mente y en su corazón. No lo saben, pero en ese momento nace una iniciativa que ya lleva 20 años de vida.
En 1997 se empezó a gestar un conglomerado de amigos apasionados por la historia y por la aventura, quienes decidieron unir esas dos actividades tan cercanas a sus preferencias y así crearon el Grupo de Expedicionarios Luqueños (GEL), una entidad que se apresta a celebrar su segunda década de existencia haciendo lo de siempre: un viaje al Chaco, para visitar una parte de los hitos de nuestra historia.
La gran aventura comenzó cuando Johnny Benítez puso en marcha la sugerencia del exsoldado y en 1998 invitó a unos amigos a lanzarse a recorrer el Chaco. Ese primer grupo estuvo conformado por tres camionetas, con las que los luqueños recorrieron varios sitios donde hubo batallas durante la conflagración con Bolivia. Y en cada lugar que visitaban, iban conociendo, leyendo la historia de lo que ocurrió.
Ese primer viaje gustó tanto, que posteriormente se unieron más camionetas, generándose una caravana de cinco móviles en el 99 y de seis en 2000. Ese entusiasmo inicial ya no se extinguió y así fue creciendo el grupo hasta llegar en algún momento a 20 vehículos; si bien actualmente los expedicionarios tratan de mantener una cantidad que no supere los 15, pues consideran que un número mayor de participantes puede llegar a debilitar el espíritu de la actividad.
Fecha feliz
Las expediciones se hacen alrededor del 12 de junio, Día de la Paz del Chaco, excepto el año pasado, cuando se hizo cerca del 4 de julio, fecha en que comenzó la segunda batalla de Nanawa, que culminaría con la victoria paraguaya. El cambio se debió a que el Comité de Puesta en Valor y Fomento de Sitios Históricos de la Guerra del Chaco, que encabeza el senador Arnoldo Wiens, invitó a los expedicionarios a visitar el sitio en homenaje al victorioso hecho de armas.
“Somos el único grupo que hacemos este tipo de trabajo. En el país estamos flacos en cuanto a historia y un país sin historia es un país sin futuro. Estamos perdiendo lo que es nuestro y nos están invadiendo cosas que no son nuestras; y así perdemos personalidad y fortaleza”, afirma Luis Aguilera, presidente del GEL.
El colectivo cuenta con 73 socios, tiene personería jurídica y el apoyo de la Municipalidad de Luque, que destina G. 10 millones de su presupuesto para colaborar con la financiación de las expediciones. “Hacemos asados, polladas y hay algunas empresas que nos apoyan para cubrir nuestros gastos”, informa Aguilera.
Son alrededor de 80 personas las que viajan, distribuidas en 15 camionetas. También pueden adherirse invitados, cada uno de ellos debe abonar (actualmente) G. 800.000. El año pasado hubo ocho invitados, este año tres. No se necesita poseer una camioneta para viajar, sino conseguir un lugar en alguno de los móviles. Aparte, hay un costo adicional, el del viaje propiamente dicho, cuyo total oscila entre G 1,2 millones y 1,5 millones por persona, que incluye la alimentación para una semana (o algunos días más).
“Llevamos cámaras, fusibles, infladores automáticos, cubiertas, antirramas, iluminación, selladores de cubiertas, ploteados, tanque, gasoil y un equipo de mecánicos compuesto por cuatro personas. En un viaje llegamos a bajar seis radiadores que se recalentaron. Hay gente preparada que nos asesora”, explica.
La preparación incluye hasta un inodoro portátil. “Es una mudanza, llevás tu cocina, tu sala, tu comedor, tu dormitorio. Llegamos a estar 10 días. Yo empiezo a prepararme de dos a tres meses antes, otros lo hacen en una semana, pero a mí me gusta ir ordenado, llevar caja para comestibles, para la cocina, para la ropa”, detalla Aguilera.
Todos para todos

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El reglamento de la expedición exige que retornen todos los que viajaron, nadie se queda ni se aleja ni se separa de la fila. Durante todo el trayecto, los expedicionarios se comunican por radio, informando sobre la ruta, pues está el peligro de los camiones grandes con los que suelen cruzarse. En esos casos, el primer móvil es el encargado de informar para que la caravana empiece a encostarse hasta que pasen todos.
“Accidentes nunca tuvimos, pero sí percances, como gente que se quedó dormida en el camino. Habíamos hecho 21 horas sin parar hasta Fuerte Olimpo y alguien se cayó en una cuneta a eso de las 4.00 por quedarse dormido. Nunca más hicimos eso. En otra ocasión cruzó un animal que obligó a frenar, lo que hizo que volara el portaequipajes. Tuvimos averías, homocinéticas que se cambiaron, un tren delantero, el diferencial que se rompió”, recuerda.
También viajan familiares como hijos, primos, cuñados. La velocidad máxima es de 80 kilómetros por hora en asfalto y de 40 en ruta de tierra. “Es un viaje tranquilo, por eso nunca tuvimos accidentes y no creo que tengamos, porque nos cuidamos demasiado; al menos que venga otro y nos choque”, recalca Luis.
Suelen ir chicos de ocho a 10 años, a quienes Luis considera “más fanáticos” que los mismos expedicionarios adultos. “Les encanta armar la carpa, cocinar en el campo. El que tiene un móvil y quiere llevar a su hijo, ese va gratis, pero el segundo debe pagar la mitad del invitado, en ese caso G. 400.000", revela el viajero.
En los raids, hasta ahora, no tomaron parte mujeres, pero no es por misoginia, aclara Aguilera. “Es por las dificultades que debemos enfrentar. A veces estamos sin agua durante tres o cuatro días. Una vez tuvimos que retornar al quinto día, porque se nos acabó el hielo y hacía un calor tremendo. Es muy difícil que las mujeres aguanten ese tipo de cosas. Además, están las alimañas, los animales, los mosquitos”, indica.
En promedio, en cada expedición se llega a recorrer hasta 2.000 kilómetros, si bien cada año el itinerario es diferente. En las dos décadas que lleva en vigor esta experiencia, los viajeros ya pasaron al menos por ocho hitos, y llegó el momento de repetir camino, porque en estas dos décadas prácticamente ya recorrieron todo.
Al terminar la expedición, entre julio y agosto ya se comienza a analizar la hoja de ruta del siguiente año. Se plantea por dónde van a pasar, se envían notas a la comandancia policial y a los militares, para que les cedan algún espacio a modo de hospedaje, pues generalmente pernoctan en los cuarteles.
Asociación restringida
Los interesados en asociarse deben ser parte del grupo durante un año por lo menos. “Tienen que compartir, estar con nosotros, para que podamos conocerles y cumplir con un viaje, por lo menos, como invitados”, señala. Después deben presentar una nota con el aval de un socio proponente; esa nota se entrega a una comisión de admisión y disciplina, que evalúa el caso.
Si se cumplen los requisitos, la nota pasa a la comisión directiva para su evaluación, se presenta a la plenaria, que se reúne cada 15 días, y ahí se acepta o se rechaza. Los socios pagan G. 300.000 por año. “Somos muy celosos de nuestro grupo y por eso somos rigurosos en la aceptación”, recalca Aguilera.
El aventurero cuenta que llegaron a conformar una caravana integrada por 20 camionetas, pero que esa cantidad no es aconsejable porque ya se generaron problemas. “Resulta que hay mucha diferencia de pensamiento. El espíritu se va tergiversando y preferimos quedarnos con gente con espíritu positivo”, considera.
A pesar de las dificultades y las incomodidades que deben superar en cada expedición, los miembros del grupo no piensan dejar de viajar al Chaco. ¿Por qué lo hacen? “Somos una suerte de diplomáticos civiles. Ni sé por qué nos vamos, pues se sufre mucho, pero es una desconexión del mundo”, reflexiona Aguilera.
Los sentimientos se mezclan. ¿Ganas de homenajear a los valientes que pelearon una guerra o afán de aventura? ¿O ambas cosas a la vez? Una forma de vivir la historia.

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De interés histórico
Las expediciones de GEL fueron reconocidas por la Senatur como de Interés Histórico Cultural. También fueron galardonadas por la Gobernación del departamento Central por la misma razón.

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Guerras y árboles
No solo la Guerra del Chaco interesa al Grupo de Expedicionarios Luqueños. También la Guerra contra la Triple Alianza, con sus sitios de batallas, atrae a los viajeros, quienes combinan las expediciones con las acciones a favor del medioambiente. “Nuestro estatuto establece que debemos recordar y valorar las dos guerras y trabajar a favor de la naturaleza. Plantamos árboles, por ejemplo, pero lo hacemos en silencio”, dice Aguilera.

Internacionales
El grupo ha trascendido nuestras fronteras, pues hasta llegaron a desfilar en la localidad tarijeña de Villa Montes. En Paraguay también desfilaron en ocasión de un acto realizado en Filadelfia. Las imágenes obtenidas en las dos décadas de expediciones formaron parte de exposiciones como la Expo Luque, la Expo Sapucay y la de Ciudad del Este. “En Luque siempre estamos participando en las escuelas, enseñándoles a los niños”, concluye Luis Aguilera.