Luis Bareiro-lbareiro@uhora.com.py
Las publicaciones de ÚH sobre los manuscritos que los historiadores Washington Ashwell y Julio César Frutos atribuyen al general Patricio Escobar, y que suponen una visión diferente de los trágicos sucesos ocurridos durante la Guerra Grande, generaron revuelo entre sus colegas y un inusitado interés de conocedores y legos por revisar documentos referidos a ese traumático periodo de la historia.
En ese tren de cosas, ÚH accedió a la copia de un documento clave para entender aquellos sucesos, un material que se halla en posesión de Conrado Pappalardo Zaldívar, activo militante colorado que trabajó con los gobiernos de Alfredo Stroessner y Andrés Rodríguez, y que, además, ejerció la diputación bajo las administraciones de Raúl Cubas y Luis González Macchi, y que hoy se encuentra totalmente retirado de la actividad política.
EL PROTOCOLO. Pappalardo colecciona documentos históricos, entre los que se encuentra una copia del protocolo de entendimiento para una eventual guerra contra el Paraguay, suscrito el 14 de diciembre de 1857 por el entonces representante plenipotenciario del Imperio del Brasil, José María da Silva Paranhos, y los representantes plenipotenciarios de la Confederación Argentina, Bernabé López y Santiago Derqui.
El original obra en el archivo de la Cancillería argentina, cuyo sello oficial aparece en cada una de las hojas de la copia que obtuvo Pappalardo de la misma sede diplomática, hace más de 30 años.
Este documento fue elaborado casi ocho años antes de que estallara la guerra (1865-1870) e incluso antes de la suscripción del polémico tratado secreto de la Triple Alianza, lo que supone que los gobiernos de Brasil y Argentina ya tenían presupuestada una guerra contra el Paraguay mucho antes de que Francisco Solano López reemplazara a su padre en el poder, don Carlos Antonio López, en 1862.
SECRETO. En el protocolo se acordó que el documento debía conservarse en la más completa reserva, ya que tenía por único objetivo dar a conocer a los dos gobiernos cuáles eran las circunstancias y disposiciones de uno y otro con relación al Paraguay.
El plenipotenciario brasileño dejó constancia de que la prioridad del Imperio era garantizar la libre navegabilidad de los ríos de la región y que para ello estaba dispuesto a ir a la guerra, y que ante esa eventualidad deseaba estar unido y en perfecto acuerdo con la Confederación Argentina, considerando que las circunstancias y los intereses de ambos países eran casi idénticos con relación al Paraguay.
LA PRETENSIÓN ARGENTINA. Los plenipotenciarios argentinos respondieron que su Gobierno estaba dispuesto a aliarse al Imperio, en la hipótesis de una guerra, siempre que esta tuviese por objeto poner término no solo a la cuestión fluvial, sino también a la de límites. Y esto suponía -según lo dejaron bien en claro en el protocolo suscrito por ambos- "obtener la satisfacción de todos los derechos e intereses actualmente desconocidos y ofendidos por la República del Paraguay, para con la Confederación Argentina (sic).
Para los representantes del entonces presidente Bartolomé Mitre, si la guerra tuviera por único fin asegurar la libre navegación del Paraguay, un asunto en el que el interés de la Confederación era secundario y remoto, no sería popular en su país; no justificaría al gobierno argentino ante la opinión pública nacional de abandonar la política contemporizadora que se había prescripto hasta hoy, "a pesar de los graves perjuicios que resultan del deplorable sistema en que insiste el Gobierno Paraguayo (sic).
EL CHACO. En otro pasaje, los plenipotenciarios argentinos exponen la pretensión de su Gobierno de reivindicar como parte del territorio argentino el Chaco paraguayo, hasta la latitud 22, margen derecha del río Paraguay. El representante de Brasil refirió que no tenía autorización de su Gobierno para negociar un acuerdo que no se limitara a la cuestión fluvial y que, por lo tanto, un acuerdo mayor dependería de nuevas negociaciones entre ambos gobiernos.
Igual, consultó al representante argentino si su gobierno tendría inconvenientes en que, eventualmente, el ejército brasileño cruzara por tierras argentinas para llevar la guerra al Paraguay, a lo que los plenipotenciarios argentinos respondieron que ello no pondría en riesgo la pretendida neutralidad argentina en un potencial conflicto entre Paraguay y Brasil.
LAS TROPAS. Como para que no quedaran dudas del alcance de aquel protocolo, los representantes de ambos gobiernos adelantaron el número de combatientes que pondrían a disposición en el caso de una guerra contra el Paraguay. Brasil dijo disponer de ocho mil efectivos y Argentina de no menos de seis mil.
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(Transcripción documento) “Fue acordado al mismo tiempo, que este documento se deberá conservar en la más completa reserva y será destinado solamente para dar a conocer a los dos Gobiernos cuáles son las circunstancias y disposiciones que se halla uno y otro para con la República del Paraguay de cuenta que, en cualquier caso, puedan mutuamente juntarse todos los buenos oficios propios de las benévolas y estrechas relaciones que tan felizmente existen entre ellos (los gobiernos de Brasil y Argentina) y los pueblos cuyos destinos presiden”.
EL MANCO DE CURUPAYTY
Las pinturas que ilustran la página pertenecen al pintor argentino Cándido López, quien participó de la guerra contra el Paraguay entre 1865 y 1870.
López se inició siendo un fotógrafo de daguerrotipo y luego se convirtió en pintor, llegando a realizar un número importante de esbozos en los periodos de tregua durante la guerra.
En setiembre de 1866, en la cruenta batalla de Curupayty, la mayor victoria paraguaya, una granada le destrozó el brazo derecho convirtiéndole en inválido de guerra.
Prácticamente en la miseria, López se vio obligado a aprender a pintar con la mano izquierda, lo que solo logró hacia fines de 1869.
Así pudo completar los esbozos que trazara durante la guerra, legando para la historia imágenes soberbias de ella.