En Paraguay, bajo este sistema se ofertan Medicina, Odontología e Ingeniería. La implementación de esas especialidades, cuyo desarrollo es complejo e intensivo, requiere de mayor inversión en cuanto a infraestructura, equipamientos, extensión, etc.
Por eso, Cubilla considera “inevitable” que se tengan que empezar a cerrar muchas de las ofertas académicas creadas sin control. “Había que empezar a poner una mirada crítica hacia las instituciones educativas denominadas universitarias que realmente no están cumpliendo con lo que se espera de una universidad. Como que se degradó el concepto de universidad y eso tiene que ver con la tradición histórica de nuestras instituciones universitarias que no han hecho las revoluciones históricas que ocurrieron en el mundo. Pero, han adoptado los modelos menos exitosos de universidad, que son las relaciones con las instituciones de educación superior lucrativas”, expone al indicar que el sistema mencionado al principio estaba dirigido a adultos, personas de escasos recursos o a quienes tenían que trabajar y estudiar a la vez.
“Era una matrícula muy específica y que no superó –con todo el auge que tuvo– el 10% en EEUU. Sin embargo, en Latinoamérica, este modelo se lo extrapoló con modificaciones sustanciales: la matrícula para empezar es del 60 al 90% y está dirigido a todo el mundo”, compara. Lo segundo –refuerza– es que este modelo en Latinoamérica y en Paraguay está dirigido a carreras de alto costo como las relacionadas con la salud, humana y animal, la ingeniería. “Hubo una distorsión grande y llegó el momento de empezar a ser críticos con este tipo de universidades”, remarca.
inclusión El modelo citado, en contrapartida, acabó con el sesgo “elitista” que tiene la academia universitaria. El Banco Mundial (BM) publicó un reciente informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe que resalta que en los últimos 15 años se duplicó, en promedio, la tasa bruta de matrícula. Hay 20 millones de estudiantes universitarios en la región. El motor de este fenómeno son los alumnos de ingresos bajos y medios. El BM estima que hoy hay tres millones más de estudiantes de sectores pobres matriculados en la educación superior que en el año 2000.