16 abr. 2024

Insectos comestibles, una industria de futuro que lidera Tailandia

Mezcladas en salsa, en espirales de pasta o con forma de galleta y hamburguesas, son algunas de la maneras de acercar a los comensales las viandas preparadas a base de insectos comestibles, una industria de futuro que lidera Tailandia.

Fotografía faciliada por la compañía Bugsolutely, dedicada a la producción de espirales de pasta con harina de grillo. Mezcladas en salsa, en espirales de pasta o con forma de galleta y hamburguesas, son algunas de la maneras de acercar a los comensales l

Fotografía faciliada por la compañía Bugsolutely, dedicada a la producción de espirales de pasta con harina de grillo.

EFE

“El país ya es el líder global respecto a la industria de insectos comestibles en varios sentidos”, señala a Efe Patrick Durst, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la oficina de Bangkok.

En la moderna capital tailandesa, donde residen millones de trabajadores procedentes de regiones más empobrecidas, es común encontrar pequeños carros donde se ofertan una amplia variedad de insectos listos para ser degustados.

Grillos, saltamontes, gusanos de seda y cucarachas de agua son algunas de las más de 1.600 especies de insectos comestibles, según la FAO, que se pueden encontrar en estos puestos ambulantes.

El experto, quien publicó en 2013 el informe titulado: “ganado de seis patas: granjeo de insectos comestibles, recolección y comercialización en Tailandia”, señala que el país asiático ha logrado evolucionar “desde un sistema de subsistencia para el consumo local hasta crear canales comerciales con valor añadido”.

Más de 250 empresas emergentes de todo el mundo han iniciado un movimiento para llevar los productos preparados a base de insectos comestibles hasta los platos del mercado occidental.

“La Unión Europea, por ejemplo, está trabajando en un reglamento que regule el mercado de los insectos comestibles dentro de sus fronteras”, indica a Efe Massimo Reverberi, quien en a principios de año fundó “Bugsolutely”, una compañía dedicada a la producción de espirales de pasta con harina de grillo.

El empresario italiano, que optó por elaborar un producto de pasta por la familiaridad de su consumo, señala que aún topa con una resistencia “ilógica” de los mercados y consumidores.

“La barrera no es totalmente lógica, en Italia o Francia, por ejemplo, se come un tipo de queso con gusanos en su interior. Por no mencionar productos como las ostras o las gamas, que parecen monstruos. Pero la gente siente repulsión por los insectos”, apunta Reverberi.

Los insectos comestibles son catalogados por la FAO como un “superalimento” por sus propiedades nutritivas al ser ricos en proteínas, vitaminas y otros micronutrientes, recuerda el experto de Naciones Unidas.

Estos alimentos, apunta Durst, suponen un impacto ambiental mucho menor que las granjas de ganado bovino o porcino y pueden ayudar a garantizar el desarrollo sostenible de la industria alimentaria.

“Las granjas de grillos son limpias y mantienen un control medioambiental, sin pesticidas ni químicos que aseguran la sanidad de sus productos”, remarca Reverberi.

Empresario y experto hacen una llamada a eliminar las restrictivas políticas de comercio y desarrollar unos protocolos sanitarios que ayuden a potenciar la confianza del consumidor.

Uno de los puntos fuertes de Tailandia es el incremento de consumo local, a pesar de las reticencias de la población urbana.

En algunas cadenas de supermercados, junto a patatas fritas, frutos secos u otros aperitivos, se pueden encontrar bolsas de insectos comestibles.

“Los tailandeses consumen muchos insectos. Antes los productos solo se encontraban en puestos callejeros, por lo que vimos una oportunidad de invertir en esta industria y crear paquetes que se pueden comprar en supermercados”, señala Thanat Chattatun, cuya empresa comercializa la marca de insectos comestibles Hi-So.

Según el tailandés, Hi-So vende unas 100.000 unidades al mes de bolsas de grillos y de gusanos de seda fritos en Tailandia, Birmania, Camboya y Laos y tienen planes de expandir sus negocios a Indonesia, China, Francia y Estados Unidos.

Conforme a los datos de la FAO, 112 países de Asia, Europa, África, América y Oceanía practican la “entomofagia” o consumo de insectos.

“Hay posibilidades interminables con los insectos comestibles, hay cocineros que han comenzado a innovar con sus platos y libros de cocina. Las comidas tienen un sabor agradable, el único problema es que en la mente (de los comensales) tienen la imagen del insecto”, sentencia Reverberi.

Noel Caballero

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