Cuando Hugo Coronel vio que el albañil –contratado por sus padres para trabajar en una obra en su casa– apartó de entre la arena un extraño material, duro y pesado, que no le serviría para la mezcla, decidió revisarlo con detenimiento. Por un golpe de intuición supo que se trataba de “la muela de un herbívoro, pero más pesado que el de una vaca”, contó después en contacto con ÚH.
Alertado sobre el insólito hallazgo, Sergio Ríos, técnico del Departamento de Arqueología y Paleontología de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), acudió hasta el hogar de Hugo, situado en cercanías del Shopping del Sol.
A simple vista, pudo corroborar que se trata de un molar fosilizado que perteneció alguna vez a un caballo prehistórico, del periodo Cuaternario. Es uno de los primeros hallazgos –dijo– que se realiza de este tipo de animal extinto hace 10.000 años a.C.
Comentó que el material corresponde a una especie equina autóctona que habitó lo que hoy es el Departamento Central, pero que no llegó a ser domesticado como otros cuadrúpedos en esta parte del mundo, antes de la llegada de los colonizadores.
Por la geología de Central, argumentó Ríos, los sedimentos cuaternarios dominan la zona del río Paraguay, en cuyas orillas se encuentran asentadas estas areneras. Justamente, el material hallado provino de una de esas empresas que dragan arena del lecho fluvial.
Análisis. El estudio de este fósil –según explicó– puede arrojar luz sobre numerosas informaciones cruciales para comprender más las condiciones de vida en el pasado, antes de la llegada del ser humano a esta parte del planeta Tierra.
“Los dientes son muy importantes porque te dan información sobre qué tipo de animal era; qué tipo de alimentación tenía, la edad del animal y, a su vez, pueden dar información incluso sobre las condiciones ambientales de la región”, expuso al aclarar que lo último en mención son estudios más específicos que todavía no se realizan en el país.
En palabras del técnico de la SNC, la mayoría de los descubrimientos fósiles a nivel local tuvieron lugar en el Departamento de Presidente Hayes; aunque también se encontraron restos prehistóricos en Ñemby y otros puntos en las cercanías del río Paraguay. “Los hallazgos de caballos fósiles en Paraguay son muy pocos y tenemos un problema de que muchos de estos no tienen una localidad precisa de su descubrimiento y no se tiene la certeza de dónde vino”, relató.
El molar encontrado de forma fortuita corresponde al maxilar superior del prehistórico animal. Por la inconfundible morfología que tiene el material, dedujo que pertenece a un tipo de equino extinto, aunque por fuera se parece bastante a las especies actuales.
El mayor peso obedece, a su vez, a que el material original sufrió recambios. “Estos materiales a veces siguen conservando compuestos orgánicos que posibilitan que se puedan hacer estudios de ADN o de datación”, apuntó.
El fósil pertenecería a una de dos especies más comunes de entonces: Equus neogeus o el Hippidion principale. “El neogeus era más parecido al actual, apenas se diferencia por el cráneo y los dientes; en cambio, el Hippidion era un caballo retacón y más bajo que los actuales; aparte la región nasal tenía más pronunciada”, especificó al referir que se extinguieron entre el límite del Pleistoceno y el Holoceno.
Hace diez mil años, en lo que hoy es Paraguay, primaba un clima subtropical y habitaban también perezosos gigantes, mastodontes y otros. En efecto, fósiles de un perezoso fueron hallados en una caverna en Vallemí (Concepción), pero acabaron siendo objeto de robo y vandalismo. Hugo dispuso de buen grado el material para su investigación y ya recibió la promesa de un reconocimiento de la SNC.
“Estas areneras dragan el río y el lecho del río puede descubrir un montón de fósiles del Cuaternario. Sergio Ríos, técnico paleontólogo
Características. Existen dos especies equinas, que habitaban la región de Sudamérica, a la que pertenecería el material fósil hallado entre la arena lavada: Equus neogeus o Hippidion principale. El primero era más parecido al tipo de caballo actual, apenas se diferencia por el cráneo y los dientes. No obstante, el segundo, el Hippidion, era un caballo más retacón, mucho más robusto y más bajo en comparación con los actuales; a eso se suma que tenían las fosas nasales más pronunciadas, tal como aparece en la ilustración de la derecha.