20 abr. 2024

Hoteles para refugiados, la alternativa digna al hacinamiento en campamentos

Atenas, 2 jul (EFE).- Walid y su familia no deben hacer la cola cada mañana para el reparto de la comida, para ir al baño o ducharse, como la inmensa mayoría de los más de 57.000 refugiados atrapados en Grecia por el cierre de las fronteras que viven en centros de acogida y en campamentos improvisados.

Refugiados en el patio de un pequeño hotel en la localidad de Roviés en la isla griega de Eubea, donde tienen la suerte de estar alojados, dentro de un programa del Gobierno griego financiado por la Unión Europea y el Alto Comisionado de las Naciones Unid

Refugiados en el patio de un pequeño hotel en la localidad de Roviés en la isla griega de Eubea, donde tienen la suerte de estar alojados, dentro de un programa del Gobierno griego financiado por la Unión Europea y el Alto Comisionado de las Naciones Unid

Esta familia iraquí forma parte de los 5.200 refugiados que, dentro de su indiscutible drama personal, tienen la suerte de estar alojados en hoteles, pisos y en familias, dentro de un programa del Gobierno griego financiado por la Unión Europea y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El objetivo de este programa es ofrecer techo en viviendas y hoteles a 20.000 refugiados.

Walid, su esposa Mes y sus dos hijos viven, junto con otros 75 refugiados sirios e iraquíes, en un pequeño hotel en la localidad de Roviés en la isla de Eubea.

Aquí no hay refugiados hacinados en tiendas de campaña -en el mejor de los casos montadas en el interior de instalaciones industriales abandonadas- pasando el día sin saber que hacer, viendo pasar las horas y a la espera de recibir respuesta a su demanda de asilo.

En el patio de entrada del hotel, bajo la sombra de los árboles, una decena de niños corretean y juegan con Mijalis, el gato del hotel.

En una mesa otros tres niños juegan a las cartas y en las mesas contiguas grupos de adultos toman café o té.

Walid y su familia llevan quince días en este hotel. Llegaron a la isla de Lesbos el 26 de febrero y tras su registro viajaron en barco hasta Kavala, en el norte de Grecia, desde donde fueron trasladados a un centro de acogida que había sido preparado a toda prisa pues se avecinaba la evacuación del campamento improvisado de Idomeni.

“Allí no hay vida. Teníamos solo comida y un lugar para dormir”, dice Walid a Efe y añade que estuvo allí con su familia cuatro meses.

Cuando fue informado por agentes del servicio de asilo griego y de empleados de ACNUR sobre el programa de reubicación se registró inmediatamente, lo que a su vez permitió entrar en este plan de alojamiento en viviendas y hoteles particulares.

Walid ha sido preseleccionado para reubicarse en Francia y se siente muy feliz, a pesar de que Francia no fuera uno de los cinco países que había puesto en su lista de preferencias.

“Soy feliz, porque estaremos todos en seguridad. No tengo planes para el futuro. Aprendí a estar contento con el día a día”, dice.

De Francia Walid solo sabe que en París está la Torre Eiffel y el Louvre y la primera cosa que quiere hacer, cuando llegue a Francia, es visitar ese museo “para ver la Mona Lisa”.

A Walid como al resto de inquilinos les está escrito en los rostros que la estancia en este hotel les da por fin una sensación de seguridad, tras una odisea entre pasos ilegales de fronteras, la travesía por el mar Egeo y la permanencia durante meses en campamentos masificados.

A Sinaz, una siria que abandonó Alepo en diciembre con sus dos hijos de 4 y de 7 años, no le preocupa en que país será reubicada.

“Lo importante es que mis hijos estén seguros y que puedan ser escolarizados, pues hasta ahora no han podido ir nunca al colegio”, dice y explica que ni siquiera hablan árabe, solo kurdo, su lengua materna.

El hotel está en el programa de ACNUR desde hace tan solo un mes y por eso, de momento, no hay actividades organizadas.

“Nos planteamos poner en marcha, cuanto antes, una serie de actividades, cursos de inglés, juegos de teatro, incluso pensamos formar un coro”, explica Andonis Grigorakosbde la organización no gubernamental Solidarity Now que gestiona este hotel.

Poner a los refugiados en contacto con la sociedad local es uno de los principales objetivos de Solidarity Now y del hotelero que está personalmente implicado en esto.

Ya se está programando una fiesta con música árabe y griega en la plaza del pueblo para festejar el fin de Ramadán; la participación de un equipo del hotel en el torneo local de fútbol de sala y la de otro en el festival local de danzas.

Los refugiados se han ofrecido asimismo a reparar el parque infantil municipal.

“Queremos dar una imagen positiva de nosotros”, explica Mohamed, un sirio de Alepo que entre los países de su preferencia para ser reubicado puso también España, porque cuando trabajaba como camarero en su ciudad natal conoció a varios españoles, que le dieron la impresión que “allí hay buena gente”.

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