Olimpia se quedó con el superclásico tras vencer ajustadamente al Ciclón y sigue a pasos agigantados su pelea por el título del torneo.
El encuentro reunió todos los condimentos acordes a un clásico, aunque el arbitraje quedó en la memoria de todos otra vez. El juez debutante (Marcos Galeano) estuvo en la boca de directivos e hinchas, jugadores y técnicos, una cuestión que se volvió casi normal en los últimos tiempos en nuestro país.
Pero si analizamos netamente la cuestión futbolística, permítanme dividir en dos, un tiempo por equipo; Olimpia supo efectivizar sus balones parados y Cerro, con un hombre menos, reaccionó tarde.
Las mejores acciones en la primera etapa fueron de Olimpia. Mendieta volvió a ser el conductor de un equipo que juega casi de memoria. Leguizamón, sobrio en defensa, fue el encargado de romper el cero en Sajonia. En la complementaria, la situación tuvo un giro.
De colección. Mendieta definitivamente tiene un idilio con la red, no hay dudas. Ya le tomó el gusto por festejar y ayer no fue la excepción. Willy clavó en el ángulo un tiro libre y agrandó su figura en la tabla de goleadores.
Reacción tardía. Cerro tuvo que remar de atrás, no se rindió nunca y fue admirable la reacción de sus jugadores que tuvieron que redoblar esfuerzos tras perder a Beltrán, por expulsión. Domínguez ingresó, cambió el rostro del equipo, marcó el descuento y estuvo cerca del empate. En actitud no hay nada que recriminar. Cerro buscó siempre, pero sus atacantes no estuvieron atinados. Leal, lejos del nivel acostumbrado y físicamente se mostró disminuido. Fabbro, Torales y Rojitas, con un buen nivel físico y colectivo, un punto positivo.
La historia de ahora para el Ciclón se llama Copa Libertadores y el objetivo a vencer, Boca Juniors.