FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Dosgutiérrez, desiguales de juego y presentación. Nobles fueron cuarto y quinto. Enrazado el tercero. Parados primero, segundo y sexto.
Cristóbal Pardo (Berenjena y oro): Pinchazo hondo y descabello, palmas. Tres pinchazos y espada contraria, palmas.
Luis Bolívar (Azul pavo y oro): Espadazo y saludo. Espada envainada, dos pinchazos y descabello, saludo.
Ginés Marín (Nazareno y oro): Espada que cala y dos intentos de descabello. Saludo. Tres aviso y silencio.
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TARDE EN BLANCO, PERO CON EMOCIONES
Marcador mentiroso el de cero orejas en la primera corrida de abono de la Feria de Manizales. Los toreros hicieron méritos para triunfar pero sus desaciertos con la espada impidieron que fuese así.
El primero en vivirlo, y sufrirlo, fue el español Ginés Marín en la lidia del enrazado tercero de la tarde, que puso a prueba todas las capacidades del joven diestro andaluz.
Tras una muy variada faena con el capote, que arrancó profundos olés de los aficionados, Marín se plantó con firmeza en los medios a tirar de las embestidas de un toro que exigía y no perdonaba errores. Dos veces se vio cogido el torero y dos veces volvió a ponerse para construir una labor colmada de emociones. La suerte suprema borró la posibilidad de alguna oreja.
En el siguiente turno, Cristóbal Pardo, torero local, supo cuidar de las nobles embestidas del ejemplar, en especial sobre la mano izquierda, de donde brotaron naturales hechos a ley. La evidente superioridad no encontró colofón digno en el acero. Todo quedó en palmas.
Y en el quinto, con un toro en el que abundó la bondad pero al que había que darle los terrenos más apropiados para que se entregara, Luis Bolívar hizo del temple y de la técnica sus aliados para construir una tarea digna de los mayores reconocimientos.
Otra vez, y como parte de la seguidilla de desaciertos de la jornada, las orejas se fueron puestas.
En el resto de la corrida, las posibilidades no aparecieron. El primero, un toro muy bien presentado, se fue apagando hasta terminar con las ilusiones de salida de Pardo.
Casi igual sucedió con el que Luis Bolívar se abrió de capa. Los esfuerzos de sacarle partido no encontraron eco en el ejemplar de Dosgutiérrez.
Pero si alguno se opuso al triunfo fue el sexto, muy ofensivo de cara, pero con poco y nada de bravura en sus adentros, para luego hacerse de piedra hasta que sonaran los tres avisos a Marín.
Víctor Diusabá