¿Puede un país que menosprecia a sus mujeres y pobladores rurales convertirse en un país competitivo?
En el informe “Diagnóstico del Empleo en Paraguay: La Transformación Dinámica del Empleo en Paraguay”, del Banco Mundial, presentado esta semana, refiere que los trabajadores jóvenes, las mujeres y los que tienen menos educación son más propensos a trabajar de manera informal.
Agrega que las mujeres tienen tasas de participación en la fuerza laboral que son más bajas, y las que están en la fuerza laboral ganan significativamente menos que los hombres, incluso cuando se controlan las características individuales, tales como la educación y el sector de trabajo.
El informe se hace eco de que las características individuales, incluyendo el nivel de educación, tienen solo efectos modestos sobre la probabilidad de transición de empleos informales a empleos formales, si bien los empleados formales tienen niveles más altos de educación en promedio. Por ejemplo, refiere, un trabajador rural tendrá dificultad para encontrar un empleo formal sin desplazarse a la ciudad aunque tenga un alto nivel de educación.
El trabajo publicado por el organismo multilateral refiere también que parte de esta desigualdad en el acceso al empleo formal se debe a diferencias de educación, si bien el número de años promedio de instrucción tanto para jóvenes rurales como urbanos aumentó considerablemente en los últimos años.
Añade que los trabajadores de los hogares que hablan guaraní también tienen una mayor probabilidad de hacerlo de manera informal. Los desequilibrios observados en el acceso a empleos formales también reflejan desigualdades geográficas en la composición rural–urbana del empleo rural.
En algún momento hay que desprenderse del mito promocionado por un ex presidente de la República de que “al campesino paraguayo no le gusta trabajar”.
Encontrar mecanismos para revertir primero la falta de igualdad de oportunidades y después para que el empleo en el sector rural mejore debería ser el norte de lo que queda de este gobierno y del que vendrá. No se puede seguir teniendo ciudadanos de segunda ni soslayando el papel de la mujeres en la construcción de un país mejor.
La falta de oportunidad laboral en el sector rural debe acabarse. Para ello, debe haber un compromiso serio entre el sector estatal y privado, de manera que se cree un programa de capacitación para la población para trabajos rurales y que empresas que se instalan en el interior del país absorban la mano de obra del lugar.
Para ello, es necesario insistir con un plan de industrialización del sector agropecuario mucho más amplio y en el menor tiempo posible.
Y sobre todo hay que dejar de confundir la falta de oportunidad con la pereza. No pasa solo porque haya oferta laboral, pasa porque satisfaga necesidades mínimas del trabajador.