Gustavo A. Olmedo B.
El pequeño de 12 años está nervioso y a la vez contento. Se encuentra en pleno escenario del Gran Teatro José Asunción Flores del Banco Central, y en momentos el enorme telón, que se presenta como un gigante ante él, se elevará, y podrá saciar su curiosidad –y de la de sus amigos de coro– dejándole ver, por fin, qué está ocurriendo más allá, donde desde hace casi una hora hay aplausos, agradecimientos y atractivos sonidos fusionados de guitarra y orquesta. Es La Noche del Pan y el Vino: Berta Rojas Meets Rock & Pop, y los chicos cantores son la gran sorpresa para el tramo final del show, y que provocó efusivos aplausos del público; uno que durante toda la velada, de casi hora y media, se dejó ganar por la novedosa propuesta de la mano de la destacada concertista, quien cada vez parece más fascinada por experimentar la versatilidad del instrumento de seis cuerdas, sin perder su perfil clásico.
El experimento tuvo buenos resultados. Junto a más de 20 jóvenes músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional, Berta supo dar un ropaje novedoso a las composiciones de sus invitados: Chirola Ruiz Díaz (Kchiporros y La de Roberto), Jaime Zacher (Bohemia Urbana), Javier Zacher (Salamandra) y Andrea Valobra.
Los atractivos y frescos arreglos del argentino Gustavo Popi Spatocco, quien también dirigió la Sinfónica, así como del guitarrista paraguayo Pedro Martínez, sumados a la calidad de los instrumentistas, la calidez de Rojas y la sencillez de los músicos invitados, hicieron del espectáculo un evento para la memoria. La percusión (incluyendo chasquidos de dedos) y los segmentos de cuerdas y vientos tuvieron su encanto.
Ninguno de los temas perdió su esencia; más bien cada uno se nutrió con toques acústicos y sinfónicos, punteadas y arpegios con aroma de guitarra clásica, y el estilo vocal semidesafinado, propio de las bandas de rock y pop.
Berta habló del perfil de cada uno y admiró sus composiciones y el aporte que realizan fortaleciendo el mercado musical nacional. Valoró al personaje “que busca su propia melodía”, como cuenta el tema Ana Lucía, de Chirola; la belleza descriptiva de Ypacaraí, de Jaime Zacher, y el impacto de Solito, de Javier Zacher (muy ovacionado), así como el mensaje sobre la violencia contra la mujer, del tema Ella (muy aplaudido), de Andrea Valobra; quien se lució con su calidad y manejo de voz, sobre todo, en Hallelujah (Cohen).
Y los invitados tampoco ocultaron la emoción: “Es una de las noches más mágicas de mi vida como artista”, dijo Chirola; “Me tiemblan las piernas”, expresó Jaime. Y el cierre fue emotivo, con dos temas con fuerte valor musical y simbólico: Mi patria soñada y Yo soy de la Chacarita, interpretados por todos los invitados junto a Berta, la orquesta y el coro de niños. Sin duda, una propuesta de jerarquía que ojalá se expanda, repita y también se imite.