Ayer, días después del suceso, los alumnos de la Organización Nacional Estudiantil (ONE) tomaron el Colegio Nacional República Argentina, donde aseguraron que ingresaron con llave propia. Cambiaron las cerraduras de los candados, encimaron muebles y permanecen aún.
Las personas pueden ingresar y salir del centro educativo, pero los chicos se mantienen atrincherados en una sala de clases y reciben el apoyo de la ciudadanía que hasta altas horas de la noche permaneció también con una manifestación frente al colegio.
El pedido concreto: la renuncia de la ministra de Educación, Marta Lafuente, indicando que el diálogo con la secretaria de Estado y su Gabinete ya les tienen cansados. Exigieron también que, en todo caso, la ministra se presente en la institución educativa para conversar con ellos e intentar así destrabar el conflicto.
“No vamos a acudir a ninguna reunión, tiene que venir ella acá o si no que renuncie”, afirmaron en la víspera los estudiantes, una y otra vez ante las cámaras. Pese al recrudecimiento de las acciones de los jóvenes secundarios, los primeros en llegar al lugar no fueron los emisarios de la cartera educativa, sino lo efectivos de la Policía Nacional.
Un momento después llegaron directivos de la cartera estatal y afirmaron que deseaban conversar con los estudiantes, con el fin de conocer sus reclamos.
Luego, la policía procedió a romper la puerta de una de las aulas, hecho criticado por grupos de ciudadanos ya presentes en el sitio apoyando a los estudiantes.
Más tarde llegó el fiscal Emilio Fuster y anunció la posible imputación por perturbación a la paz pública, así como hizo con jóvenes de la Fenaes años atrás. Finalmente y tras no encontrar “irregularidades”, se retiró del establecimiento.
Por la noche los estudiantes de la ONE, algunos del República de Argentina y de otros colegios, permanecieron con la medida de fuerza.