“La deforestación ya desfiguró nuestro país, las basuras nos están sumergiendo y estamos en un proceso acelerado de deterioro del suelo y la contaminación del agua. No podemos negar, no debemos negar. Los grandes cultivos transgénicos, si bien han ayudado al progreso económico de algunos países, también han suscitado dificultades importantes que no deben ser relativizadas”, expresó el espigado obispo durante su prédica en el octavo día del novenario de la Virgen en Caacupé.
Jubinville arremetió en contra de la concentración de tierras productivas “en manos de pocos”, debido a la progresiva desaparición de pequeños productores que, a consecuencia de la pérdida de tierras explotadas, “se han visto obligados a retirarse de la producción directa”, según reprodujo Darío Bareiro, corresponsal de ÚH. “Los más frágiles, se convierten en trabajadores precarios, y muchos empleados rurales terminan migrando a miserables asentamientos de las ciudades. La expansión de la frontera de sus cultivos arrasa con el complejo entramado de los ecosistemas, disminuye la diversidad productiva y afecta el presente y el futuro de las economías regionales”, remarcó en su homilía que llevaba como lema: “Los jóvenes llamados a preservar la Tierra y garantizar su fertilidad, para las generaciones futuras”.
Apuntó que en varios países se advierte la tendencia del desarrollo del oligopolio, unos pocos que controlan todo en la producción de granos y otros productos necesarios para su cultivo.
“No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja, la crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos, y, simultáneamente, para cuidar la naturaleza”, afirmó.
“Jóvenes, necesitamos tu ardor y tu pasión, tenemos que hacer decisiones difíciles y, sobre todo, renuncias difíciles. Nuestro sistema económico tiene su propia lógica, ohorei hese (camina solo). No podemos seguir consumiendo las riquezas del planeta, como si fueran ilimitadas. No podemos seguir acumulando riquezas de manera tan residual. No podemos seguir descartando recursos, acumulando un inmenso basural, y, sobre todo, no podemos tratar a la gente como basuras descartables”, remató monseñor Jubinville.