El Gobierno ya perdió capacidad para convencer acerca del bajo nivel de endeudamiento y de la sostenibilidad de la deuda y ahora genera desconfianza sobre el nivel real del mismo. Esto es grave.
El argumento central de los primeros años de gobierno fue que el nivel de endeudamiento con respecto al PIB era bajo, por lo cual no era un problema aumentar la deuda.
Lo que no informaba con el mismo énfasis era que los escenarios internacionales estaban cambiando hacia menores niveles de crecimiento, sobre todo de las economías muy vinculadas a la paraguaya.
Este cambio de escenario hace que el peso de la deuda contraída aumente más por efecto de una reducción del crecimiento del PIB, por lo que, al transcurrir el tiempo, la proporción deuda/PIB tendería a crecer; situación que empeora con la contratación de nuevas deudas.
La segunda falacia es que el indicador deuda/PIB es relevante para países en que el crecimiento del PIB genera los impuestos necesarios para el pago de la deuda, situación que no necesariamente es la de Paraguay.
En nuestro país, es sabido que los sectores en los que crece el PIB son los que menos aportan al fisco; por lo tanto, es casi mentir a la ciudadanía cuando se sostiene que la deuda es baja porque se compara con el producto.
Por otro lado, aunque sea cierto el supuesto de que la deuda se pagará “casi sola”, porque contribuirá al crecimiento y ello generará los recursos para el repago, esto solo sería posible si los recursos provenientes del endeudamiento se destinarán a infraestructura; sin embargo, ya estamos viendo que una alta proporción de los mismos se utilizan para cubrir deudas anteriores. Es decir, el endeudamiento no necesariamente contribuirá al aumento de infraestructura, que a su vez impulsará el crecimiento del PIB.
Finalmente, el argumento de la sostenibilidad de la deuda hay que tomarlo con cuidado en un país con deudas sociales pendientes, como la pobreza, la exclusión en salud, la mala calidad de la educación, los déficits en vivienda y las importantes brechas de desigualdad que contribuyen a la conflictividad, a la penetración del narcotráfico y la persistencia de grupos delictivos.
Pagar la deuda en un país sin capacidad recaudatoria de recursos genuinos, o sea de impuestos, siempre ha implicado restricciones presupuestarias al gasto que afectan de manera directa a la gente.
En el Presupuesto público no hay secretos. Si no se cobran impuestos, el pago de la deuda se realiza a costa de la reducción del gasto.
Siempre los más afectados son quienes menos poder tienen.
Y en un Estado como el paraguayo sobran los ejemplos de corrupción, tráfico de influencia, conflictos de interés que han terminado poniendo los intereses privados de grupos minoritarios por encima de los intereses nacionales y de las necesidades de la mayoría.