Pedro García Garozzo | pggsport@gmail.com
El calificativo vale, porque desde hace más de treinta años la disciplina soporta la injusta e incalificable actitud de las autoridades nacionales (la Comuna de la capital), que siguen sin dar cumplimiento a dos fallos definitivos de la Corte Suprema de Justicia, que le obligan a resarcir al baloncesto y al deporte paraguayo todo por extensión, del que fue verdadero templo de las manifestaciones del músculo entre fines de la década de los cuarenta y su triste desalojo, luego que el 26 de enero de 1978 un tornado hizo volar la que iba a ser la estructura de su techo.
Sin apoyo y con reiteradas muestras actuales de desprecio, la Confederación Paraguaya de Básquetbol (CPB) tuvo actividad todo el año, los siete días de la semana, durante diez meses, y hasta en víspera de Navidad, cerró la temporada con un espléndido nacional adulto. Movilizó desde mini en adelante, todas las categorías formativas, torneos profesionales adultos, copas de federaciones del interior, campeonatos sudamericanos propiciados en casa (con el récord de cuatro competencias en tres semanas sucesivas), más salidas de combinados nacionales al exterior.
Pese a haber pasado casi cuarenta años con más de una decena de mudanzas a sedes alquiladas (teniendo una casa propia que le fue expropiada indebidamente y que se le debe reponer), sin el estadio que construyó con enorme sacrificio, dejando de percibir ingresos que eran su sustento por su alquiler, el básquetbol se resiste a desaparecer ante tantos golpes y al contrario, sigue marcando hitos, desprovisto de respaldo oficial y afrontando costosas temporadas como la del 2015, con irrisoria y casi nula manifestación de apoyo de la Secretaría Nacional de Deportes, atendiendo los gigantescos compromisos que asume el deporte del cesto como la iliquidez total en que hoy se sumerge.
El básquetbol cae, pero se vuelve a levantar, con ese temple tan propio del paraguayo.
Ojalá que ahora que soplan nuevos vientos en la Municipalidad llegue la hora en que se haga justicia con el básquetbol. Y que Mario Ferreiro no sea un intendente más que pase a la historia sin hacerlo.
ITAPÚA MARCÓ TRIPLE FINAL DE FIESTA
El departamento de Itapúa reivindicó su carácter de zona eminentemente basquetera en el país.
Primero, a fines de noviembre fue Encarnación el sitio histórico donde por primera vez se disputó un sudamericano de la categoría U14 y el lugar en el que nuestra selección volvió a ubicar a Paraguay en un podio cestero, después de mucho tiempo, al ganar la medalla de plata.
Seguidamente, Obligado albergó un nacional de la misma categoría, ganado brillantemente por Concepción.
Y en estos días, hasta la gran decisión del lunes pasado, fue Encarnación la sede de la última fiesta, esta ya a nivel nacional adulto: la Copa Federaciones.
El partido final, que Encarnación le ganó a Pilar, en un duelo de invictos, por 74 a 59, volvió a mostrarnos un estadio emblemático del interior, como el del club Nacional, con un lleno completo y un duelo espectacular, entre las más destacadas escuadras del interior del país.
Fue un fantástico triple final de la fiesta cestera del año en Itapúa, con un sudamericano y dos nacionales, uno adulto y otro formativo.
LA REPRESENTACIÓN MÁS LAUREADA
Historial
Encarnación es la representación más laureada en los nacionales. Aparte de los títulos mayores, sumando los de categorías formativas, son cuarenta las consagraciones de la azul y oro.
Estos son los años en que se coronó como la mejor del interior: 1954, 1958, 1965, 1979, 1981, 1982, 1983, 1984, 1986, 1989, 1992, 1994, 1995, 1997, 1999, 2013 y 2015.
Los otros campeonatos fueron ganados por Pilar (en 6 ocasiones), Capital (5), Amambay, Coronel Oviedo, Villarrica y Puerto Pinasco (con 1 presea).
Fue la guinda que adornó una torta exquisita para la afición cestera y para los practicantes de este hermoso deporte en otro año intenso. Queda por verse cómo la CPB, si sigue recibiendo indiferencia de nuestras autoridades nacionales y deportivas, podrá afrontar compromisos vencidos y adeudados y ni qué decir los futuros que están en puerta.