Raúl Cortese
ENCARNACIÓN
Una historia repetida que parece no tener fin vivieron en la madrugada de este miércoles los vecinos del arroyo Porã, que se desbordó nuevamente como producto de una lluvia que registró en 24 horas unos 150 milímetros de crecida, inundando la zona.
Un fuerte ruido despertó a los vecinos, que en medio de la oscuridad comenzaron a sentir cómo el agua y el barro entraban a sus casas y se llevaban todo por delante.
Con la experiencia de otras 14 inundaciones que vienen contando desde el 2008 –cuando se elevó la cota del Paraná–, las familias comenzaron a subir a los techos de sus viviendas y locales comerciales, observando cómo el agua destruía sus heladeras y congeladoras, y cómo desaparecían los animales de sus granjas y sus mascotas.
“El agua llegó hasta las barandillas del puente sobre la ruta sexta; nunca fue tan rápido y violento el arroyo, pero cada vez la situación es peor”, comentaba con tristeza Eva Ibarra, nacida en el lugar en donde reside desde hace 50 años; al tiempo de reclamar una solución a las autoridades, “queremos que se nos relocalice, ya pedimos soluciones pero a la fecha no existen respuestas”.
Daños. A Ceferino Vega, su vecino, no le fue mejor. Más de 70 kilos de pescado que vende para poder vivir se le echaban a perder como consecuencia de la destrucción de sus heladeras.
Para los vecinos la solución es la construcción de otro puente, reclamo que les extraña que no ha sido tenido en cuenta hasta el momento por la EBY, debido al cambio que ha tenido desde entonces el arroyo que pasa por debajo.
Otras familias más alejadas del lugar también se vieron afectadas por el desborde furioso del arroyo que se llevó consigo todo lo que podía.
Desesperación. Una familia incluso se vio obligada, en la desesperación, a abrir un boquete en la pared cerca del techo, para escapar del avance incontenible de las aguas que les impedía abrir la puerta para salir de la casa.
Los vecinos estaban trepados a sus techos, mientras que los bomberos voluntarios de la localidad de Capitán Miranda y de Encarnación intentaban rescatarlos en medio de la oscuridad, con sus embarcaciones, pues el agua en las casas había llegado al metro y medio, dejando claramente las marcas del nivel en las paredes.