19 abr. 2024

“El vocabulario del joven no va a más de 300 palabras”

Se define como una maestra de alma. Ejerce la cátedra de Castellano desde hace casi 60 años. Inca Appleyard comparte en esta nota sus impresiones sobre el castellano que hablamos los paraguayos en este siglo XXI.

Foto: UH Edicion Impresa

Foto: UH Edicion Impresa

Por Brigitte Colmán

bcolman@uhora.com.py

“Soy maestra de alma”, asegura, y le creemos. Estela Appleyard, más conocida como Inca, comenzó a ejercer en el año 1955, “estamos en el 2016 y sigo ejerciendo”, dice. La profe es una referencia cuando se trata de la cátedra de Castellano. Es miembro de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, y dictó su primera clase cuando tenía 17 años. Es maestra y profesora normal superior. Cursó la licenciatura y el doctorado en Letras en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Publicó recientemente Los errores nuestros de cada día, obra basada en los principales errores y vicios del lenguaje observados en los medios de comunicación.

–¿Ya superamos eso de que el guaraní hace que nuestro castellano sea defectuoso?

–Eso de que el guaraní por ser una lengua nativa perjudica es una tontería, además es avieso. Soy profesora de Castellano y defiendo el castellano. El castellano es el idioma que nos conecta con el mundo, pero la persona que maneja más de una lengua, maneja más de un universo. Porque la lengua no es solamente la lengua, es todo el universo, es la forma de concebir el mundo, es todo. Cuantas más lenguas se manejen, mayor apertura hay.

Pero nuestros profesores de guaraní –salvo honrosas excepciones– enseñan el guaraní en castellano. Hay demasiada enseñanza gramatical y un vocabulario que no se usa.

Es lo mismo que yo pretendiese enseñar castellano con palabras que se usaban en el siglo XVI, o no aceptar los neologismos que necesariamente debemos ir agregando a nuestro vocabulario por la tecnología, por el progreso de la ciencia.

Crean una serie de palabras, entonces el mismo chico que habla guaraní, odia el guaraní, porque no es lo de ellos. En vez de que podamos ser ricos, estamos perjudicando.

–En los exámenes de ingreso si no se alcanza el puntaje en Castellano, se bajan los puntajes. ¿Está de acuerdo?

–Eso de bajar los puntajes, a mí me parece terrible. Porque si yo tengo que tener 4 millones y medio de glóbulos rojos y tengo 2 millones, entonces pido a la ciencia que se baje la escala para que yo pueda estar dentro del rango, ¿te parece?

–¿Dónde realmente está el problema?

–En cómo se está enseñando en nuestra secundaria. El vocabulario del joven no va a más de 300 palabras.Hace un tiempo puse en el examen una poesía que hablaba del surtidor, el “enhiesto surtidor”. Uno pensaría que la palabra “surtidor” la conocerían aunque sea por las estaciones de servicio. Entonces me dicen los alumnos: “Inca, ¿qué quiere decir enhiesto surtidor”. Enhiesto, les explico, y me dicen, pero es muy profundo tu examen. Nosotros, en gran parte, pensamos con palabras. 300 palabras, no es paupérrimo, es menos que paupérrimo.

–¿Cómo llegamos a esa situación?

–El chico no lee, el maestro no lee. Hace un tiempo en una institución les dije a las maestras: “Vamos a hacer tertulia literaria en nuestras reuniones, van a llevar este cuento y para dentro de 15 días vamos a encontrarnos”. Era un cuento de Dirma Pardo. 15 días después les pregunté "¿Qué tal el cuento, qué les pareció?”. De las maestras, una sola había leído y las otras no lo hicieron. ¿Por qué? Porque no tenemos tiempo, dijeron. No hay hábito de lectura. Tantas instituciones ofrecen en forma gratuita ballet, teatro, exposiciones, conciertos, pero el maestro no va. Si el maestro no tiene el hábito de la lectura, cómo puede conseguir que los chicos lean. No puede. El vocabulario se forma con la lectura, y si no leo no tengo vocabulario, y si no tengo vocabulario, mi pensamiento es muy reducido. Y esta cuestión de la tecnología, creo que está perjudicando, pero porque no se la está usando como debe usársela. La tecnología tenemos que usarla si es un bien, lo que pasa es que como la estamos usando nos está perjudicando y al chico mucho. Otra cosa es que queremos escribir rápido y poco, por el consumo. Entonces empleás siempre las mismas palabras, eso está incidiendo en que cada vez disminuyamos más nuestro vocabulario, no buscamos sinónimos, no buscamos antónimos.

–Un ex director de la RAE Víctor García de la Concha expresó una vez que los hispanohablantes hablamos un “español zaparrastroso”. ¿Qué adjetivo le pondría al castellano que hablamos los paraguayos?

–Me parece que sí, queda corto. Y yo creo que va a ir empeorando, y no solo en el manejo de la lengua, en la misma comunicación, en el sentido de que siempre nos estamos comunicando con el que está lejos y no con el que está al lado. Además, ahora todo está en función de la ganancia, es difícil luchar contra esto, muy difícil. Porque estamos en la era de la productividad, entonces todas estas innovaciones que se dan en todos los niveles de la educación son con miras a la mayor productividad. ¿Y lo otro? Vos valés cuanto producís. ¿Y tu persona? Terrible es.

–Una educación pública de calidad, ¿sigue siendo una utopía?

–Yo creo que no puede ser una utopía, no puede ser el hecho de que la educación pública tenga que ser de excelente calidad. Yo me formé en la escuela normal de profesores, una escuela pública. La gente quería ir a los colegios públicos porque la formación era de calidad. Todos los grandes: un Eligio Ayala, un Eusebio Ayala, un Cecilio Báez, Fulgencio R. Moreno, ¿dónde se formaron? En las instituciones públicas. ¿Por qué si la escuela pública ofrecía una formación de calidad ahora no puede seguir ofreciendo? ¿Por qué? Porque no hay voluntad.Creo que al magisterio debe ir la gente más capaz, porque no va a ser transmisor de conocimientos, pues ahora vos apretás un botón y tenés todo, pero va a ser la formadora de conciencias, entonces no podés enviar al magisterio a una persona inepta.

Y esto se vino con el gobierno de Stroessner, en que al magisterio iba toda la gente que no servía para otra cosa, y seguimos con eso.

Cuando yo veo docentes que hablan mal, cómo les van a enseñar a hablar a los alumnos. Las instituciones educativas públicas pueden volver a ser lo mejor, no es una utopía, no debe ser, a pesar de que con las utopías se logra la realidad. Creo que es una cuestión de que nos pongamos de acuerdo, nos decidamos y que realmente pensemos en el bien del país, en el bien de esa gente que no tiene futuro.