Para saber qué piensa la gente, hay que hablar con los taxistas. Hablando con taxistas, me sorprendió la popularidad de Fernando Lugo: con Lugo estábamos mejor, me dijo más de uno. Esta es una percepción generalizada en ese gremio, comenzada poco después del golpe parlamentario de junio de 2012.
Por aquellos días, un taxista me dijo que, a partir del golpe, tenía mucho menos trabajo. Esa opinión personal se vio respaldada por otras opiniones, no necesariamente personales. Después del golpe, el país conoció un marcado paro comercial. No sé si el paro fue una consecuencia del golpe, pero mucha gente lo vio así, y otra cosa complicó la situación. Todavía en tiempos de Lugo, la mayoría parlamentaria líbero-colorada aprobó un presupuesto demasiado inflado, cuyas consecuencias se sintieron con efecto retardado.
La política del ministro Borda había sido más prudente: no aumentar los sueldos, pero sí aumentar las obras públicas; con esto, mucha gente cobraba su sueldo y el dinero circulaba. Con Cartes, se decidió controlar, o simplemente ignorar, los compromisos del Estado con empresas constructoras, y así quedaron sin empleo cerca de 80.000 trabajadores (según estimaciones). Más paro comercial, que sentía desde el mercado de Pettirossi hasta el centro de Asunción.
Por suerte, ya no está Lugo, me dijo un empresario. Él quiso decir: si hubiera estado, esta crisis hubiera provocado grandes protestas y una gran inestabilidad. La sensación térmica favorecida por la propaganda oficial evitó fricciones: en espera de un mañana mejor, se atribuyó la penuria de mucha gente común a la coyuntura internacional. Cuando uno pregunta qué es la coyuntura, le contestan que es lo contrario de una estructura. ¿Y la estructura? Lo contrario de la coyuntura. Los teólogos de la Edad Media han sido reemplazados por los economistas del siglo XXI, sea en el paraíso, sea en la macroeconomía. Los teólogos eran más creíbles, porque nos advirtieron que no les correspondía a ellos dar el premio. Los economistas, que nos prometieron el aquí y ahora, han caído en descrédito con el fracaso de sus recetas.
Los paraguayos constatan que, o por coyuntura o por estructura, la salud y la educación estaban mejor antes, cuando había menos desempleo. Además, piensan que a Lugo no le permitieron hacer lo que quería el Poder Judicial y el Poder Legislativo, confabulados. Por lo contrario, a este Gobierno le han permitido hacer todo esos dos poderes del Estado, y que lo hecho está mal. Esta es la manera de ver que a Lugo le da la mayoría en las encuestas de opinión.
¿Puede volver a mandatarse Lugo? Tengo mis dudas. Los mismos grupos que le dieron el golpe están dispuestos a repetir el golpe. Por eso, en vez de presentarse él como candidato, será mejor que utilice su popularidad para formar una coalición política contra el establishment.