06 may. 2025

El regreso de las banderas negras

Por Elías Piris – @eliaspiris

Cuando el presidente de la República, Horacio Cartes, iniciaba su mandato en el 2013 era vista con buenos ojos por la prensa y la opinión pública aquella primera gran decisión que lo apartó de la línea tradicionalista del Partido Colorado –que le sirvió de soporte para estar donde está– al conformar un gabinete netamente técnico y sin tener en cuenta a figuras de la clase política, como se estilaba hasta hacía poquito.

Esto provocó el enojo y la frustración de la dirigencia de base de la agrupación política del general Bernardino Caballero, a tal punto que no pocos seccionaleros salieron a reclamar públicamente e incluso flamearon banderas negras, simbolizando el luto por la determinación cartista, en vez de los trapos rojos en algunas seccionales.

A poco más de la mitad de su mandato, la selección nacional de Horacio Cartes fue una decepción total hasta para los periodistas y opinólogos, quienes apostaron sus fichas por ella, con la total y completa ineptitud del titular de la cartera del Interior, Francisco De Vargas –vigente en el cargo–; el discurso patotero del ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite; los sonados casos del consorcio Tape Porã y la sequía del río Pilcomayo que salpicaron al ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Ramón Jiménez Gaona.

Salvo gestiones –como Soledad Núñez, de la Senavitat–, la selección de Cartes mostró que no está a la altura de las circunstancias y a contramano de lo que propuso inicialmente tuvo que recurrir a políticos cuando las papas quemaban, como el caso de Enrique Riera, quien asumió en reemplazo de Martha Lafuente; esta última con el perfil técnico que se vendió al inicio.

No es novedad que a este Gobierno se le están yendo de las manos varias cosas importantes.

Sumido en una crisis de comunicación y con el grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) marcándole la agenda, el oficialismo no hace más que crear la figura del enemigo interno para, con una retórica panfletaria y sin pruebas contundentes, ligar al EPP con figuras de la oposición más crítica e incluso quiere ligar a la disidencia colorada con los padres del grupo irregular que la semana pasada mató a ocho soldados y seguro va por más.

Pero no menos importante es que a Cartes se le está yendo de las manos conseguir la unidad del partido que, guste o no, sigue siendo el más grande y poderoso del país. Los años pasan y con ello se acrecienta la indiferencia del Gobierno a gran parte de la dirigencia que ya está anunciando que el próximo 11 de setiembre no hay nada que festejar.

¿Volverán a mostrarle a Cartes las banderas negras en vez de las coloradas, en un futuro no muy lejano? ¿Se cumplirá la profecía de Nicanor Duarte Frutos de que “el cartismo está en retirada”?

Lo que sabemos es que a Cartes no le conviene un partido dividido, mucho menos a sus pretensiones de reelección. Si no, pregunten al propio Nicanor.