No solamente para el golpe de Estado denominado la reelección vía enmienda están Blas Llano y Fernando Lugo colaborando con Horacio Cartes. También le ayudan en dividir el voto de sus rivales, el de los adversarios electorales del cartismo.
Para entender lo que está haciendo Horacio Cartes con Blas Llano y Fernando Lugo es necesario repasar el texto del artículo 230 de nuestra Constitución, que dice: “El presidente de la República y el vicepresidente serán elegidos conjunta y directamente por el pueblo, por mayoría simple de votos, en comicios generales que se realizarán entre noventa y ciento veinte días antes de expirar el periodo constitucional vigente”.
“Mayoría simple de votos” significa simplemente la minoría más grande. Si, por ejemplo, hay cinco candidatos presidenciales y las preferencias electorales fueran parecidas, ocurriría que uno de esos candidatos podría convertirse en presidente con el veintiuno por ciento de los sufragios a su favor (21%), con tres rivales obteniendo el veinte por ciento (20%) cada uno y un cuarto con diecinueve por ciento (19%) (http://bit.ly/2h2HnLz).
Cartes controla totalmente al aparato electoral de la Asociación Nacional Republicana (partido Colorado), esa tremenda maquinaria de funcionarios públicos organizada a través de las seccionales, que funciona a base de estímulos económicos y que garantiza a los colorados un piso electoral de alrededor de treinta y cinco por ciento (35%) de los votos en cada elección.
Y Cartes sabe que es tremendamente impopular, con la mayoría de las encuestas independientes coincidiendo en que cerca del setenta por ciento (70%) del padrón de electores rechaza la gestión del presidente y su reelección.
Luego, lo único que Cartes tiene que hacer para ganar una elección para la que le hayan habilitado mediante un golpe de Estado es asegurarse que nadie, excepto él, logre alcanzar el treinta y cinco por ciento (35%) de los votos.
Es ahí donde Llano y Lugo están sirviendo también a Cartes, además de hacerlo en el golpe de Estado de la reelección vía enmienda, pues una candidatura de Fernando Lugo, siendo tan ilegítima como la de Cartes, no tiene otro desarrollo posible que dividir profundamente a la oposición.
El llanismo prestará a esta maniobra de Cartes los electores que le son fieles en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), con lo que el también importante aparato electoral de los liberales, alrededor de un treinta por ciento (30%) de los electores, se dividirá.
Ninguno de los candidatos que tenga apoyo de algún sector de los liberales podrá obtener más del veinte por ciento (20%) del voto duro liberal, con lo que Cartes habrá logrado que su treinta cinco por ciento (35%) sea más que suficiente para seguir en la presidencia de la República a pesar del rechazo de alrededor de setenta por ciento (70%) de los electores paraguayos.
Si Cartes logra impulsar, además de a Lugo, aún a otros candidatos que dividan el voto de los disconformes con su administración, más seguro será su triunfo. Es por este plan siniestro que Mario Abdo Benítez, Efraín Alegre Sasiain y Mario Ferreiro deben reflexionar muy bien cómo enfrentar a un presidente que se convirtió en la peor amenaza a nuestras libertades desde la caída de Stroessner.