En estas últimas horas el cartismo –y Cartes– despliegan artillería económica pesada para torcer voluntades y permear principios entre los legisladores. La táctica y la estrategia están claras. Liberar de escombros legales el camino a la reelección del delfín de Las Carmelitas. Aunque legalmente no se puede, se hará.
Ayer, en la sesión extra de la Cámara de Diputados, donde se esperaba mandar al archivo el pedido de enmienda constitucional para introducir la reelección a contra legis (que ya había sido rechazado en una sesión extra, tiempo atrás), no se previó lo imponderable o lo que en otros términos se entiende como maniobra. El tratamiento del tema se postergó para dentro de 8 días. No había votos colorados, en principio. No hacía falta. Tres liberales estuvieron firmes para darle una mano a Cartes (aún cuando su partido ordenó tajante no a la reelección): Fernando Nicora, Gustavo Cardozo y Miciades Duré. Este último, descubierto el martes a la noche en el piso 12 del edificio Ahorros Paraguayos junto con otros colegas azules (la mayoría molestos con la conducción de su partido por suspensiones tras ausentarse cuando se votó la intervención de la Municipalidad de Ciudad del Este, neofeudo cartista con los Zacarías). Se juntaron con el presidente de Diputados, el cartista Hugo Velázquez, quien huyó de los periodistas. Se habrían negociado altos cargos y USD 150.000 por voto.
Cartes y el cartismo necesitaban este plazo de 8 días para terminar de cerrar los tantos. Además, el sábado 29 será la convención del Partido Colorado de donde saldrá el mandato imperativo de votar a favor de la enmienda constitucional para la reelección presidencial; y quien no acompañe tal decisión no será incluido en lista alguna para ningún cargo en próximas elecciones. Así, los que hoy no hubieren acompañado con su voto el aplazamiento del tratamiento del proyecto, aunque no lo deseen deberán hacerlo la próxima vez o desaparecer de la escena política y perder todo lo que ello reditúa en dinero y tráfico de influencia.
A troche y moche va el plan reelectoral de Cartes. Un aprendiz de político, acusado internacionalmente de contrabando de cigarrillos y anexos, que alquiló un partido para ser presidente, que nunca antes siquiera se inscribió en el Registro Electoral. Que despliega desde 2013 una gestión donde aumentó la pobreza extrema, sin obras de envergadura ni resultados significativos. Que gasta millones del presupuesto público sin obras o legado importantes. Cuya impopularidad raya el 80%.
Pato Donald o chupín. Le viene igual al Partido Colorado, donde la dirigencia no dudaría en negociar hasta a su propia madre.