Castro arribó al país para la asunción al mando de Nicanor Duarte Frutos, el 15 de agosto de 2003, y los días posteriores participó de varias actividades.
Uno de los organizadores de la conferencia del expresidente cubano fue el entonces periodista Mario Casartelli, quien se sentó a su lado antes de su disertación. En una entrevista realizada para el diario Última Hora en la edición del miércoles 20 de agosto de 2003, Casartelli relató su encuentro con el ex presidente cubano.
Recordó que lo recibieron aquel día y lo invitaron a pasar al polideportivo de la Secretaría Nacional de Deportes; en ese momento oyó un coro de personas ubicadas en la calle, al otro lado de un cerco de alambre.
“Sin titubear, Castro caminó hacia el grupo y en el trayecto casi cayó a un pozo que no se veía por la oscuridad. Lo sujetaron los guardaespaldas y así desvió el obstáculo hasta apostarse a unos dos metros de la gente para saludarla”, recordó Casartelli.
Agregó que recién entonces regresó hacia el tinglado. “Los miembros de la Embajada cubana determinaron que Óscar Brítez y yo nos sentáramos al lado del comandante. Ya sentados, lo primero que Fidel me preguntó fue cuál sería el promedio de edad de la multitud”, comentó el periodista.
Destacó que Castro en todo momento se mostró cordial, espontáneo, como si todos los que lo rodeaban fuesen viejos conocidos suyos.
Acotó que el líder de la revolución cubana preguntó con insistencia en qué momento se cantarían los himnos, pero se le informó que los organizadores habían descartado hacerlo, debido a la ansiedad del público.
Despedida
Su disertación duró casi 5 horas. “Al terminar ya resultó imposible acercarse de nuevo a él, porque la multitud quería saludarlo. Entonces me dije ‘bueno, ya no podré despedirlo’”, indicó.
Posteriormente recordó que, al rato, se le acercaron cuatro guardaespaldas a buscarlo y a llevarlo casi corriendo, diciéndole que el comandante deseaba despedirse de él.
“Castro estaba parado ante la puerta del vehículo que lo llevaría, conversando con Ananías Maidana y Óscar Brítez. Cuando llegué puso sus manos en mis hombros, diciéndome: Necesito saber si puedo ir con la conciencia tranquila de haber cumplido con lo esperado o de haber fastidiado a la gente”, acotó.
Por último, refirió que Fidel, antes de marcharse, giró la vista y otra vez se dirigió hacia los organizadores para despedirse de ellos. “Volvió a nosotros para intercambiar unas palabras más y se fue”, rememoró.
Por otra parte, el periodista del diario Última Hora Andrés Colmán recordó que su gesto más significativo fue la visita que hizo al gran escritor Augusto Roa Bastos en su departamento de Manora, y llevárselo con él a Cuba para someterlo a un chequeo y tratamiento médico intensivo, en medio de un cúmulo de homenajes literarios y de cariño.
Refirió que probablemente fue una de las grandes alegrías que el autor de Yo, el Supremo recibió en sus últimos años de vida.
Augusto Roa Bastos visitó a Fidel Castro en Cuba
También en agosto del mismo año, Augusto Roa Bastos viajó a Cuba, ya que iba a lanzar dos títulos de sus obras en ese país. El propio Fidel Castro lo invitó especialmente. Los libros que fueron editados por El Lector se presentaron en el Instituto del Libro de la Habana, Cuba. Se trata de Poesías reunidas y Cuentos completos.
Cabe recordar que durante su visita a nuestro país con el motivo de la asunción al mando de Nicanor Duarte Frutos, Fidel había comprado 2.000 libros de los mismos que se iban a presentar en Cuba para difundir las obras del novelista, cuentistas y poeta paraguayo.
El expresidente cubano llegó a reunirse con varios presidentes latinoamericanos que admiraban su gobierno, entre ellos el exmandatario paraguayo Fernando Lugo, quien tras su visita a la isla en el 2011 había dicho: “Me ha llamado la atención su lucidez, su brillantez. Realmente está con una salud envidiable y creo que eso nos da ilusión y esperanza de seguir con el apoyo y el aporte que ha dado a su país y más allá de las fronteras de Cuba”.
Fidel Castro falleció a las 22.29 de este viernes, a los 90 años de edad.