Por Marisol Ramírez
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Esta tarde, a las 17.00, tiene lugar la gala oficial del filme nacional La voz perdida, que se presenta junto con otros seis cortometrajes, de Corea del Sur, Túnez, Francia, Eslovenia, Italia y Tailandia, respectivamente, en el marco del Festival de Venecia (Italia), que culmina este sábado.
El corto de Marcelo Martinessi –director y guionista– es un proyecto de ficción/documental armado a partir de la memoria de una mujer de 75 años, de lo ocurrido el día de la matanza de Curuguaty, en el 2012.
El material compite entre 14 finalistas de las 1.433 producciones presentadas para la sección Horizontes y es el único representante de América Latina a competir en el segmento dedicado a “la vanguardia estética y expresiva del cine mundial”.
La cinta, el trabajo “más experimental” hasta ahora para el cineasta, tuvo su preestreno en una función especial el pasado el 1 de setiembre en Venecia.
La mujer, protagonista del cortometraje, no estuvo en Marina Cué –zona del enfrentamiento–, pero sí sus hijos y nietos. La campesina relata el momento en el que escuchó los helicópteros y cómo, poco a poco, se enteró de los sucesos.
Para el cineasta, esta obra rescata “la voz perdida”, esa que no llegó a los medios y que no se escuchó en el juicio. “Es una voz que no habla de las distancias o los ángulos de los disparos, tampoco de los tipos de armas o balas; habla del dolor que atravesó su existencia a partir de la masacre. Todo el proyecto gira en torno a esa narración oral pequeña y enorme a la vez”, expresó el director en un encuentro en el Club 73, de la terraza de la Biennale.
“El respeto al dolor fue central a la hora de buscar una forma a esta historia. Pero también hay que tener en cuenta que la gente de Curuguaty había estado sobreexpuesta a los medios, y en muchos casos ya tenía un discurso armado. El desafío era ir más allá, llegar a un lugar más profundo”, remarcó Martinessi.
“En La voz perdida quisimos acercarnos a la experiencia humana; ese es un lugar para el cine, y me parece que se da lo mismo en Europa. La cobertura mediática de un hecho noticioso actual como, por ejemplo, el de los refugiados, pocas veces puede llegar a retratar, en toda su dimensión, las vivencias de una persona que no encuentra un lugar donde ‘ser’. Pero el cine sí lo está haciendo y me parece que ese es un aporte necesario”, asegura.
Para Martinessi, el hecho de Curuguaty es un punto de giro crucial para la historia reciente del Paraguay. “Fue la excusa para dar un golpe de Estado parlamentario que cambió el rumbo del Paraguay”, expresó el cineasta que se encuentra en Venecia.