Últimamente es difícil, aparentemente, tener opinión consensuada entre ciertas instituciones, nacionales e internacionales, cuando se trata de saber cómo nos va en este país. A algunas se les escapa el control del optimismo para describir la coyuntura. Y otras hacen gala de pesimismo. También están las que brindan una evaluación relativamente objetiva, señalando aspectos positivos y negativos así como algunos otros regulares. Cuando es esto último, la adjetivación ya depende de los medios de comunicación que resumen los análisis de coyuntura y las declaraciones públicas que hacen los portavoces de estos últimos. A veces los medios publican solo lo que ellos creen que debe ser destacado. Y, dependiendo del cristal, también dichos informes objetivos terminan siendo distorsionados. En algunos casos, no todo es cuestión del cristal con que se mira. Suele jugar también un rol determinante el interés avieso por manipular la información, en beneficio propio.
Fijémonos por ejemplo en lo que pasa cuando se trata de saber si nos va bien o regular o mal. Pongamos que quisiésemos saber cuál es el resultado por saldos en ese conjunto de aspectos positivos, negativos y neutrales. Piedras de toque son el bienestar general, la gestión pública y la cuestión social, entre otras.
LA LÁMPARA DE DIÓGENES. Instituciones serias, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, aparentan diferir en sus posiciones. Las publicaciones de los modernos medios de comunicación social suelen hacer resaltar facetas diferentes de la situación general del país presentándolas como si ambas instituciones tuviesen al respecto conclusiones diferentes. Por otro lado, calificadoras internacionales de riesgo, las más conocidas, también son presentadas como si la viesen en forma disímil. Una de ellas, según los medios, rebajó la calificación de Paraguay versus la atención puntual de sus compromisos financieros internacionales; otra de ellas, dicen, la mantuvo, pero con reservas.
¿QUÉ HACER? ¿Cómo superar la forma distorsionada con que nos llegan esas informaciones sobre nuestra situación actual? Creo que no hay otra alternativa que leer el documento completo del que surgen las mismas. A veces, es breve. Se lo puede leer in extenso. Cuando se trata de informes largos, uno puede ir al capítulo que más le interesa para informarse debidamente acerca de cuál es la posición real de dichas instituciones sobre nuestro país. Suelo proceder de esa forma y puedo afirmar que tales informes, sobre todo cuando vienen de instituciones serias, son relativamente objetivos. Suelen señalar lo que, vistos a través del prisma de su respectivo enfoque técnico, son los aspectos buenos, a ser afianzados, así como cuáles los regulares y malos, a ser superados.
VERBI GRATIA. He aquí ejemplos claros de en qué coinciden en gran medida dichas instituciones en sus últimos informes: “La calidad del gasto público es mala”. “La capacidad de ejecución de obras de infraestructura es baja”. “La gestión pública debe mejorar”. “La evasión tributaria sigue siendo grande”. “Corrupción e impunidad deben ser reducidas”. “El crecimiento económico es relativamente alto, pero desigual y volátil”. “La pobreza sigue siendo preocupante, especialmente la miseria dentro de ella”. “El endeudamiento público es bajo, en comparación con otros países, pero hay que llevar cuidado con la escasa recaudación tributaria, con la que hay que pagarlo”. “La macroeconomía está bien. No obstante, la microeconomía debe mejorar”. “El país se ha vuelto más atractivo para las inversiones, pero hay ciertas áreas geográficas de inseguridad jurídica y física: mejor articular alianzas con empresarios y técnicos locales para reducir el riesgo”. “La movilidad social ascendente, de la que gozaron ciertos estratos bajos de la clase media, se ha vuelto insegura: los que mejoraron su posición, no pueden hacer frente a gastos de previsión social y de educación, corriendo el peligro de descender nuevamente a estratos inferiores”. “Se presta poca atención a los desequilibrios del medioambiente”. Etcétera.