Hace unos días tuve el honor de dar una charla sobre el bilingüismo en Paraguay a los alumnos de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), que se están especializando en políticas lingüísticas. El interés que pusieron por el caso paraguayo fue increíble. Debatimos sobre tantas cosas, entre las cuales se encontraba un tópico que es todo un desafío para la Secretaría de Políticas Lingüísticas (SPL): “Creciente valoración del empleo del guaraní vs. persistencia de actitudes de subvaloración hacia la lengua”.
Recordé este punto el 22 pasado porque he leído una entrevista, hecha a un coach y asesor de ejecutivos, que ha creado cierta polémica. Lo más discutido de sus declaraciones es la parte en la que apunta a nuestro bilingüismo como el causante del bajo vocabulario que los paraguayos en promedio tienen en idioma castellano, lo que lo lleva a no ser muy comunicativo para los estándares que ciertas empresas esperan de lograr mayor eficiencia en sus empleados. Este es el contexto desde el cual el coach hacía sus declaraciones.
Como siempre, hay tantos elementos que analizar cuando hablamos de este fenómeno y este espacio insuficiente para mencionarlos, y mucho menos discutirlos. Por eso solo apuntaré a algunos aspectos que me parecen muy interesantes y que tienen que ver con el aprecio creciente que algunos paraguayos empiezan a tener hacia el guaraní. Luego de siglos de acciones concretas para evitar que se hable en el idioma nativo, ahora hay toda una toma de conciencia de que en realidad no es malo hablarlo.
Sin embargo, tantos años de mala publicidad contra el guaraní han surtido efecto, y esta es una de las razones por las que aún muchos paraguayos que hablan guaraní lo usan solo en ciertos contextos y no en todos los de su vida, como sí lo hacen otros paraguayos, especialmente los del campo.
A los estudiantes en Gotemburgo les parecía fascinante este fenómeno que tiene que ver con la diglosia que algunos especialistas identifican a nuestra cultura. Conversaba con un amigo de este tema, y me daba una hipótesis antropológica: los seres humanos cada vez tendemos a negar nuestro lado pasional, animal, instintivo por querer mostrarnos más racionales, civilizados o citadinos.
En fin, es un fenómeno de muchas aristas y que tiene mucho que ver con lo que somos culturalmente los paraguayos. No hay que olvidar que una lengua es en realidad una cultura, una cosmovisión, y eso difícilmente puede escindirse. Quizá la salvación del guaraní como idioma y como cultura debe provenir de una mayor conciencia del mismo paraguayo en su condición cultural, sin ningún tipo de prejuicios ni tabúes. Este tipo de políticas escapa a lo que pueda ser sola la SPL o la SNC. Se necesita una sinergia donde muchas más instituciones deben participar, y en la cual debemos sentirnos comprometidos todos.