Aún hay mucho por esclarecer, pero una cuestión está bastante clara: ellos tiraron a matar y no sabían a quién.
En la tarde del sábado, en un supuesto operativo de lucha contra el microtráfico antidrogas ingresaron a un cañaveral en Nueva Italia y balearon a una camioneta que intentó huir de ellos. Un detalle importante es que sus vehículos, según los testimonios, no tenían logos ni distintivos. El resultado: fueron heridos de bala una niña de 3 años y su tío, Alessandro Zanotti Cavazzoni. La pequeña murió en la mañana del lunes y él, que recibió tres tiros, está luchando por su vida.
Más allá de los nueve agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) que participaron del operativo y ahora están imputados, ¿caben otras responsabilidades? Sin duda, la del secretario ejecutivo, Luis Rojas, cuyas manos están manchadas de sangre por su negligencia. En el 2014 él reincorporó a la institución a Luis Ángel Servián Rotela, quien había sido destituido en el 2007 por golpear y secuestrar a un joven. No solo lo restituyó como agente, sino que lo nombró director de Operaciones. Servián estuvo en Nueva Italia y es uno de los procesados del caso. Ahora conocemos el tipo de operaciones que dirige.
La Senad, durante este gobierno y bajo el liderazgo de Rojas, dejó un tendal de víctimas de la prepotencia y la arbitrariedad de su personal. En junio del 2014, un trabajo de inteligencia –lo terrorífico es que así lo describieron ellos mismos– motivó a agentes de Pedro Juan Caballero a perforar con 9 tiros de armas automáticas la camioneta de Aníbal Frutos Zaracho, un joven de 21 años que, al igual que los Zanotti Cavazzoni, decidió huir cuando vio que hombres armados y sin distintivos quisieron detenerlo. Balearon su vehículo y luego lo molieron a golpes. Frutos no tenía drogas ni armas. Con unas disculpas lo despacharon.
Tampoco hay que olvidar la denuncia realizada por la Pastoral Social de Concepción sobre la presunta ejecución de los hermanos Hermenegildo Ovelar y Marcos Ovelar, muertos en Kurusú de Hierro en un operativo de la Fuerza de Tarea Conjunta en el que tuvo participación la Senad.
La impunidad, tanto judicial como política, con la que viene actuando esta institución marcó el camino para el ataque inmisericorde a la familia Zanotti Cavazzoni. No hay absolutamente nada en el mundo que justifique matar de un disparo en la cabeza a una niña de 3 años. Si bien la Fiscalía imputó, calificó lo ocurrido como un accidente, solo hay una calificación posible para los agentes que realizaron 18 tiros a una camioneta en la que iba una familia inocente: criminales.