El presidente de la República Luis González Macchi partidizó la economía al nombrar a Francisco Oviedo como ministro de Hacienda.
De profesión economista, Oviedo siempre fue más conocido como político que como técnico y llegó a ocupar la vicepresidencia de la República, no sin antes pasar por el Ministerio del Interior, gracias a su militancia partidaria.
Durante el gobierno de González Macchi se produjo la mayor recaída de la economía paraguaya, lo cual casi provocó que el país ingrese en una cesación de pago de sus deudas. Fue también durante ese gobierno que se malgastó un crédito del Gobierno chino taiwanés de USD 400 millones, que fue obtenido gracias a la colocación de bonos en la Bolsa de Nueva York.
Desde entonces, los gobiernos que le sucedieron a González Macchi se cuidaron de poner a técnicos apartados de cualquier injerencia política al frente del Equipo Económico Nacional.
Cuando Nicanor Duarte Frutos insinuó que echaría mano a los recursos del Estado para hacer frente a su intención de buscar la reelección presidencial, su ministro de Hacienda, Dionisio Borda, dimitió. Nicanor entendió que debía mantener la conducción económica del país alejada de sus apetencias políticas y quienes le sucedieron a Borda pudieron trabajar en paz.
Pero el Gobierno de Horacio Cartes está volviendo a partidizar la economía. Lo hizo en octubre del año pasado, en un acto en el local de la Asociación Nacional Republicana, cuando obligó al ministro de Hacienda, Santiago Peña, a afiliarse para permanecer en el cargo. Peña se perfila como posible sucesor de Cartes ahora que el primer mandatario renunció a postularse para el periodo 2018-2023.
Lo partidiza también al permitir a Gustavo Leite, ministro de Industria, hablar sobre política en inauguraciones de industrias, varias de ellas de capital foráneo; y al haber nombrado a Juan Carlos Baruja al frente del Ministerio de Agricultura.
Peña partidizó aún más a Hacienda cuando convocó a una reunión de prensa liderada por la senadora Lilian Samaniego, para anunciar que se posponía el cobro del IVA a las cooperativas.
Cartes necesita entender que la economía debe estar desprendida de cualquier vaivén político para poder mantener un crecimiento aceptable y que la estabilidad macroeconómica se sienta en cada rincón de la patria.
Ya arruinó una de las mayores fiestas internacionales, la Asamblea del BID, al permitir que sus partidarios traten un tema político en medio de esta reunión y que acabó con la quema del Congreso y la muerte de un dirigente liberal, cuando todos los ojos del mundo estaban puestos en Paraguay.
La economía necesita estar aislada de cualquier coyuntura electoral. La solidez macroeconómica actual permitió que los últimos hechos no hayan quebrado los cimientos de lo edificado.
Si Peña va a ser su sucesor, será mejor que Cartes vaya pensando en alguien más para la conducción del Tesoro paraguayo. Si no, es hora de que le diga a Peña que debe enfocarse en lograr la sostenibilidad social que tanto pregona el Gobierno y que mientras sea ministro guarde su pañoleta colorada en un cajón de su escritorio.