21 may. 2025

“Democratización escasa de partidos impide contar con mejores candidatos”

Las élites de los partidos políticos hacen caso omiso a las capacidades técnicas y a la experiencia de base de quienes integran sus filas y favorecen a candidatos sin formación política o de cuestionables antecedentes.

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Susana Oviedo

soviedo@uhora.com.py

Al conjugar los elementos de la realidad política actual, marcada por un electoralismo que se recicla en sus peores expresiones, la investigadora Rocío Duarte no duda de que irá agudizándose la tendencia hacia un declive de la democracia y hacia una bajísima confianza en las principales instituciones, como expresa el informe 2017 de la Corporación Latinobarómetro respecto al Paraguay. Con ella conversamos sobre la campaña electoral, los partidos políticos, las candidaturas, impunidad y corrupción, entre otros puntos.

–Los paraguayos estamos una vez más ante la oportunidad de elegir nuevos gobernantes, pero la oferta electoral coloca de nuevo a muchos hombres y mujeres escombros entre los que tienen chances de victoria. ¿Por qué a 28 años del proceso democrático no hemos podido avanzar con mejores candidaturas?

–No hemos podido avanzar con mejores candidaturas debido a la escasa democratización al interior de los partidos políticos paraguayos, especialmente de los partidos mayoritarios.

Estos partidos no contemplan la deliberación vinculante al interior de sus filas. Al no existir espacios de debate político dentro de los partidos, desde los cuales se formulen propuestas programáticas institucionales que reflejen las preferencias de sus bases, la gestión de los representantes partidarios no refleja necesariamente las necesidades de la población a la que representan. En este contexto en que los candidatos no son seleccionados según la representatividad de sus propuestas, su identidad llega a resultar intrascendente. Las élites de estos partidos suelen hacer caso omiso a las capacidades técnicas y a la experiencia de base de quienes integran sus filas, favoreciendo a candidatos sin formación política o a candidatos de cuestionables antecedentes en la gestión pública.

–¿Por qué sigue sucediendo esto?

–Ese privilegio otorgado a candidatos escombros se debe a que las élites partidarias no llegan a ser sancionadas políticamente por sus decisiones, sino son protegidas por una impunidad institucional persistente. A su vez, la inclusión en las listas electorales de candidatos que han protagonizado hechos de corrupción o con deudas pendientes ante la ley se debe a la vigencia irregular del estado de derecho en el país. En tanto, las instituciones encargadas de velar por la integridad de la administración del Estado están capturadas por intereses corruptos, las debilidades en el proceso electoral son síntomas de la debilidad democrática del sistema político paraguayo en su sentido más amplio.

–¿Qué le llama la atención de la actual campaña electoral con vistas a las elecciones del 2018?

–La campaña electoral actual llama la atención por lo abierta. Quienes siguen votando a candidatos corruptos son la parte de la población que ejerce su derecho a votar de manera acrítica la impunidad con la que se cometen delitos electorales. No se registran sanciones a candidatos que han iniciado sus campañas fuera del periodo reglamentario o que utilizan recursos públicos para las campañas. En términos de contenido, mantiene las mismas características de campañas anteriores: apuntan a la promoción de la i ma g en de los candidatos sin referencia a propuestas concretas de políticas públicas.

–¿Cómo observa el comportamiento de los partidos tradicionales: PLRA y Colorado, en estas campañas por las internas, en que ambos enfrentan una polarización interna muy profunda, a diferencia de las elecciones pasadas?

–El comportamiento de estos partidos es coherente con su comportamiento de las últimas décadas, en que sus élites privilegian intereses particulares por encima de los intereses de sus bases o de la población paraguaya en general. La polarización al interior de estos partidos pasa por diferencias particulares entre los candidatos, no entre proyectos políticos enfrentados.

–En casi tres décadas de proceso democrático del país hemos desarrollado un electoralismo que, salvo algunos cambios en la legislación, no se ha modificado sustancialmente, sobre todo, en sus peores expresiones (clientelismo, uso de bienes públicos en los mítines, extorsión a funcionarios públicos). ¿En qué fallamos?

–Como ciudadanía fallamos al no hacer un esfuerzo por conocer debidamente la manera en que el estado de derecho debe funcionar y en aceptar la realidad como el estado natural de la política en el país. La falta de formación política de la población paraguaya tiene como consecuencia su falta de capacidad para posicionarse críticamente ante las malas prácticas que señala. Debería ser política de Estado promover una solución en ese sentido. De manera particular, las principales instancias públicas que han fallado en ese sentido comprenden al sistema de educación y a los mismos partidos políticos.

–En el último informe Latinobarómetro se destaca la bajísima confianza que tienen los paraguayos en sus principales instituciones y la percepción de un declive de la democracia. Desde este contexto, ¿qué puede esperarse de las elecciones generales del 2018?

–Se puede esperar que esta tendencia se agudice y la confianza en las instituciones democráticas empeore. Desde 1989 se ha insistido en identificar a la democracia con el proceso electoral solamente, por lo que al observar el fracaso de los representantes electos la ciudadanía asume que el mismo sistema democrático ha fallado, lo que no es necesariamente el caso. El proceso electoral en Paraguay funciona de manera estable y predecible, pero es importante tener en cuenta que para que un sistema democrático funcione se debe velar también por el adecuado funcionamiento de las distintas dimensiones que componen a este modelo político, como el imperio de la ley, el respeto a las libertades ciudadanas en todas sus expresiones, el respeto a las minorías, entre otros. En tanto solo una dimensión de la democracia funcione de manera regular, el sistema no puede llegar a funcionar de manera adecuada.

–¿Por qué la gente se indigna tan efímeramente ante los escandalosos hechos de corrupción de altos funcionarios y vota de nuevo por estos o quienes promueven o prohijan a los corruptos?

–La gente que se indigna ante los hechos de corrupción y se manifiesta públicamente al respecto no suele ser la misma que vota por candidatos corruptos. Quienes llegan a expresar indignación mediante la protesta, tienden a formar parte de la incipiente masa crítica que existe entre la ciudadanía paraguaya.

En ese sentido, dado que durante los hechos de corrupción observados en las últimas décadas han terminado en su gran mayoría en impunidad, la indignación puntual es una de las pocas expresiones de libertad política que todavía tiene la gente frente a un sistema incapaz de procesar fallas a su interior. Quienes siguen votando a candidatos corruptos son la parte de la población que ejerce su derecho a votar de manera acrítica, sea porque forman parte de las redes clientelares siempre vigentes en el país o debido a identificaciones partidarias fundamentadas más en la tradición que en criterios racionales.

–¿Hasta qué punto las encuestas tienen alguna incidencia en el comportamiento de los electores el día del sufragio?


–Las encuestas inciden en la definición del voto útil o del voto por el mal menor. Pero a grandes rasgos, la definición del voto en el territorio paraguayo todavía ocurre debido a la puesta en funcionamiento de las maquinarias partidarias, más que según criterios racionales individuales.