A principios de la década del 90, y por un breve tiempo, hubo un único caso conocido en el país de un defensor del lector (ombudsman press), cuyo trabajo estaba a cargo del reconocido sociólogo José Luis Simón, en el desaparecido diario El Día.
Desde entonces y hasta ahora, Paraguay carece de una persona que defienda a los lectores de las publicaciones de los medios de comunicación. La semana pasada, una de las personas afectadas por una publicación de un diario local cuestionó a través de su cuenta de Facebook que los periodistas de ese medio no hayan llamado a ninguno de los familiares a consultar un hecho que les ocurrió (el deceso de un familiar), y hayan publicado solo la versión de efectivos de la Policía Nacional.
Casos como este, donde se cuestionan publicaciones de los medios que no cumplen con el rigor informativo de llamar a todas las partes involucradas antes de publicar un hecho se repiten a diario.
Es por ello que es necesario empezar a pensar en la creación de un defensor del lector, una figura que defienda los derechos de las personas, supervisando las publicaciones periodísticas y recomendando acciones para mejorar la calidad de los textos publicados.
Este defensor deberá tener la misión de publicar semanalmente una columna en la que explique un caso al que le hizo seguimiento interno tras una queja recibida y las acciones que tomó la empresa periodística para corregir el hecho.
En un momento en que los cuestionamientos políticos sobre la reelección están en su punto más elevado y donde se debate sobre el poder económico y político de los propietarios de medios de comunicación y su influencia en los consumidores de diarios, sería más que saludable contar con una persona que sea contralora de las publicaciones.
Si bien redes sociales como Facebook o Twitter acercaron más al lector con el periodista y permitieron cuestionamientos más directos, estas herramientas no permiten un seguimiento serio sobre un tema publicado, pues las cuentas de los profesionales de la comunicación son personales y no están ligadas a la marca del medio para el cual prestan servicio.
Contar con un defensor del lector permitirá al medio mejorar la calidad de su producto, y por ende aumentar sus ingresos. Pero sobre todo, permitirá saber a quienes se ven afectados por una publicación (independientemente de que les ampare el derecho constitucional a la réplica), que cuentan con un profesional que vela por el interés general y busca mejorar la información que consumen.