25 abr. 2024

Cura acusado de pedofilia ofició misa un año en Carapeguá pese a denuncia

Que el padre Estanislao Arévalos “manoseó y quiso besar en la boca” a sus monaguillos llegó a oídos de su superior, quien no lo tomó “como denuncia”. Igual, lo envió a Paraguarí para reabrir una misión.

Silencio.  El padre Arévalos (c) evitó dar declaraciones a ÚH.

Silencio. El padre Arévalos (c) evitó dar declaraciones a ÚH.

jvargas@uhora.com.py

El presbítero Vicente Soria, superior de los misioneros redentoristas del Paraguay, tomó conocimiento del supuesto hecho de pedofilia contra dos monaguillos, ocurrido en la vicaría Divino Espíritu, a instancias de una catequista. Esto lo confirmó el religioso a ÚH. Igual, envió al párroco Estanislao Arévalos a Paraguarí con la misión de reasumir la casa provincial redentorista en Carapeguá, decisión que ya la habían tomado “a inicios de ese año 2013".

Recién en diciembre del 2014, Soria le suspende de su ministerio sacerdotal a Arévalos, a raíz de la denuncia presentada por los padres de los menores ante el Ministerio Público sobre el caso que un año antes recibió “como una cuestión de confidencialidad”.

“Para mí la información llegó en diciembre del 2014, antes no tomé conocimiento del caso; así como denuncia, no (...) Desde que el curso de la denuncia tuvo la formalidad, estamos siguiendo lo que dice el protocolo (de la Iglesia) y la justicia paraguaya”, argumentó sobre la cita para declarar en el marco de la causa por supuesto abuso sexual contra un sacerdote de su congregación.

“Las informaciones que a mí me llegan y que son confidenciales tienen ese carácter, no puedo hacer nada más. Así como ustedes pueden reservar la identidad de sus fuentes”, defendió su postura al asegurar que el traslado del pa’i Tani –como le llaman los feligreses al padre Arévalos– no tuvo relación con “el comentario” que llegó hasta su confesionario.

Los padres de los monaguillos, según relataron a esta hoja, intentaron en vano dar con el superior redentorista para que investigue el caso dado al cambio de actitud de sus hijos: “ya no querían ir a misa y menos ingresar a la sacristía porque el padre (Arévalos) era gay”, relató el progenitor de uno de los menores.

Versión. Soria desmintió que se haya negado a recibir a tutores. La catequista de la vicaría, del barrio San Vicente de Asunción, fue la primera en enterarse del caso y le puso al corriente a Soria sobre la situación, “al otro día de recibir la versión” de los padres de los chicos. “El pa’i Tani supuestamente intentó manosearles en sus partes íntimas, les tocaba la cola y quería besarles en la boca”, reprodujo.

Mientras tanto, Arévalos, que afrontará un inédito juicio por abuso sexual en noviembre próximo, oficiaba misas en capillas de compañías como Potrero y Tajy Loma, entre otras. Siguió en contacto, además, con menores de edad pese a la sospecha de que había abusado de unos monaguillos.

“Al día siguiente de recibir la denuncia fui a hablar con el padre Soria. Hablamos durante tres horas; jamás se puede hacer ese tipo de denuncias en forma de comentario”, lanzó.

El superior, incluso, le aseguró que iban a investigar ese caso, según relató visiblemente dolida por el rumbo que tomó el caso: pasó un año y, como los denunciantes no encontraron respuestas en la iglesia, acudieron a la Fiscalía el 1 de diciembre de 2014.

A la primera que llamaron a declarar fue a ella, investigada a su vez por obstrucción a la investigación penal. Esa carpeta quedó archivada. Soria no fue investigado por omisión de dar aviso de un hecho punible. La fiscala acusadora, Clara Ruiz Díaz, dijo que no cuenta con documentos que avalen que los padres hayan acercado la denuncia al presbítero. “Los padres solo me dicen que ellos trataron de hablar, pero no hay una prueba de eso”, remató.