GOGJALI - IRAK
Las organizaciones humanitarias mostraron ayer su inquietud por la suerte de más de un millón de civiles atrapados en Mosul, en cuya periferia se intensificaron los combates entre las fuerzas iraquíes y los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
En la salida este de Mosul, en la localidad de Gogjali, unidades de yihadistas intentaban resistir a las tropas del Comando Antiterrorista Iraquí (CTS), fuerza de élite del ejército. En el sector se escuchaban los disparos de armas automáticas detrás de la línea del frente, situado a unos 600 metros de la segunda ciudad de Irak. En la zona de Gogjali, bajo control gubernamental, un soldado iraquí mostraba como un trofeo una bandera negra del grupo yihadista. “La sacamos y en su lugar pusimos la bandera de Irak”, afirmó orgulloso Mohammed Alí. En la zona liberada los habitantes comenzaron a salir a la calle, a pesar del ruido cercano de los combates. Algunos brindaron testimonios sobre la brutalidad de los yihadistas.
entrada por el este. Las tropas iraquíes ralentizaron su avance sobre la ciudad de Mosul, último bastión del EI en Irak, después de que irrumpieran en la urbe desde el este y aseguraran su entrada a la capital de los yihadistas. Tras la entrada de las fuerzas gubernamentales en el barrio de Kukyeli y la toma de la televisión local de Mosul, la mayoría de los combatientes se retiraron de la parte oriental de la ciudad, informó Mohamed Al Bayati, jefe de seguridad de Nínive, cuya capital es Mosul. Al Bayati explicó que la irrupción de las tropas por el frente oriental provocó la huida de los yihadistas hacia los barrios ubicados en la orilla occidental del río Tigris, que discurre a través de la ciudad y la divide en dos.
A esta zona fueron también trasladados gran parte de los familiares de los miembros del EI, que temen por su seguridad a medida que las tropas avanzan.
Protegen iglesias. Musulmanes y cristianos de las fuerzas iraquíes protegen las iglesias de las localidades de mayoría cristiana liberadas recientemente de las manos de los yihadistas, que las utilizaban como bases durante su férreo mandato islamista. Una de esos templos, el de Santa Bárbara, aún se erige sobre la colina del mismo nombre, a las afueras de la localidad de Karamlís, 27 kilómetros al este de Mosul. Un control de las fuerzas de seguridad protege la entrada al pueblo y un grupo de militares, musulmanes y cristianos, flanquea la iglesia.