¿Algún estadista –abstenerse fanáticos– puede explicarme en qué se beneficia el país con el viaje del presidente Horacio Cartes al Vaticano? O, ¿qué gana el país llevando a Javier Zacarías Irún, Sandra McLeod y al senador Gustavo Pipo Alfonso hasta el Viejo Continente?
Aparentemente, el primer anillo del Gobierno Nacional piensa que el papa Francisco tiene alguna receta mágica o algo parecido que le puede ayudar a lavarse la cara ante el pueblo.
De lo contrario, no se explica por qué el primer mandatario decidió, en medio de infinitas necesidades, gastar recursos públicos por más de 200 millones de guaraníes en este viaje. De hecho, hasta parece que Cartes ha tenido más encuentros con el Santo Padre que con Macri o Temer, pero hasta ahora no hemos visto en qué políticas de Estado se transformaron estas reuniones.
¿Qué será que opina sobre esto la ministra de Hacienda, Lea Giménez, quien en reiteradas ocasiones pidió a los parlamentarios no inflar el Presupuesto 2018 para no tener que recortar fondos a los programas sociales que benefician a la gente más necesitada?
Pero por qué tanto disgusto por 200 millones de guaraníes, para un presupuesto que supera los 70 billones de guaraníes, me dirán. Bueno, con ese dinero se podría beneficiar con la pensión alimentaria a 33 adultos mayores en 2018, o quizá construir tres aulas nuevas para alumnos que dan clases bajo los árboles, por citar algunos ejemplos.
Más allá de eso, el disgusto o el reclamo no pasa por el monto. El presidente pudo haber gastado G. 10 millones también. Lo que esto deja una vez más en evidencia es la contradicción que impera en el Poder Ejecutivo.
Por un lado está el Fisco, que todos los días prácticamente suplica a las instituciones reducir sus gastos superfluos y a los parlamentarios no aprobar ampliaciones sobre el Presupuesto con recursos del Tesoro (de la recaudación impositiva), mientras que Tributación vive en constantes choques con contribuyentes en su desesperado afán de recaudar más para dar abasto al gasto público.
Por el otro lado, y muy lejos de ese esfuerzo fiscal, este viaje. Esto, sin siquiera analizar los 22.000 millones de guaraníes otorgados por diputados cartistas a la Justicia Electoral para el subsidio a los partidos políticos, minutos después de haber rechazado un aumento salarial a los docentes “por falta de recursos”.
Pero no solo eso. También demuestra, una vez más, la incapacidad que tiene este Gobierno de mantener una coherencia real entre sus discursos y sus actuaciones. Haz lo que yo digo, no lo que yo hago.
Posdata: Estimado presidente Cartes, es Jorge Mario, no José María.