Brigitte Colmán
bcolman@uhora.com.py
La comida que llega hasta nuestros platos es responsable de una quinta parte de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, y es una de las principales causas del calentamiento global. Ante esto, la iniciativa Slow Food no propone dejar de comer, sino cambiar los hábitos alimentarios. La ingeniera agrónoma Soledad Martínez explica la propuesta de la campaña #ComéLocal, que sugiere comer solo productos locales, sostenibles y de temporada.
–¿Qué es una alimentación sostenible?
–Es apoyar la agricultura ecológica y asumir una postura comprometida con relación a temas que tienen que ver con la degradación del ambiente. Esta campaña llama la atención acerca de la relación que existe entre el sistema alimentario actual y el cambio climático. En realidad nuestras acciones alimentarias están directamente relacionadas con el tema del cuidado ambiental.
–¿Cómo exactamente?
–Un ejemplo bien concreto: en Paraguay se consume muchísima carne. ¿De dónde viene esa carne? Viene de un proceso de ganadería, que lo primero que hace es tumbar bosques. El Chaco tiene la tasa de deforestación más alta del mundo debido al desmonte. Este desmonte se hace para expandir las tierras de ganadería y para introducir soja transgénica. En la producción de ganadería primero se desmonta, se abren campos, se sacan los bosques para sembrar pastos, que son cultivados no pastura nativa, esa ya es una intervención muy fuerte del ecosistema. También se utilizan enormes cantidades de agua.En definitiva, comer mucha carne lo que hace es afectar al clima. Y tenemos que ser conscientes de eso. Las personas cuando tienen un pedazo de carne en su plato tienen que saber que están colaborando con el desmonte del Chaco y eso colabora con el cambio climático.
–¿Cómo nos está afectando el cambio climático?
–Esta sucesión de eventos climáticos que se da de una manera cada vez más recurrente, cada vez más violenta afecta la producción de alimentos. Los productores con los que nosotros trabajamos en Caaguazú en este mismo momento están sufriendo las consecuencias de las últimas granizadas que en menos de dos semanas destruyeron los cultivos que ya habían sembrado, poroto, maíz, sandía, zapallo, alimentos para su propio consumo y que iban a vender. Lo que está ocurriendo hoy con el cambio climático nos va a afectar también el próximo año. Porque ellos van a disponer de menos cantidad de alimentos, y a nivel urbano también se va a disponer de menos alimentos, ya que van a subir los precios.
–¿Por qué son importantes productos de temporada?
–Los grandes centros de comercialización acostumbraron al consumidor a conseguir todos los productos los 365 días del año, y esos productos muchas veces vienen de países lejanos, vienen con una carga de efecto ambiental grande. Hay que ser consciente del efecto que causa tu compra. Un gran problema que tenemos en Paraguay es que no existen políticas de apoyo a la pequeña agricultura campesina. Y necesitamos un apoyo real porque la producción campesina es la que hace que los alimentos lleguen a nuestra mesa. La agricultura empresarial se ocupa de producir de commodities y benefician a un pequeño grupo de personas a nivel de lo que es la actividad económica, pero genera un enorme costo social y ambiental.
–¿Qué puede hacer el ciudadano?
–Primero tomar conciencia de nuestros actos, y tomar conciencia como ciudadanos de este país, tomar postura. Por ejemplo, si hay una movilización campesina tenemos que apoyarla. Recientemente, hubo una reacción adversa a ellos, cuando ellos daban una lección de dignidad reclamando condiciones de vida digna que todos nos merecemos. En Asunción tenemos un transporte público de pésima calidad, sin embargo, como urbanos nunca salimos a reclamar que cambie el sistema. Y eso es porque no estamos acostumbrados a pensar de manera colectiva, cada uno trata el problema de la mejor manera posible ¿y cuál es la solución? Se compra una moto o un auto, y el sistema sigue deplorable; si nos acostumbramos a pensar de manera colectiva, si empezamos a exigir que cambien las reglas de juego, entonces tendremos mayor esperanza de cambio.
–¿Qué tiene que ver lo que comemos con la deforestación?
–Hay una relación directa. Cuando decía lo de tener en cuenta la temporada me refiero a cuestiones muy concretas: si tenés un antojo de comer una sandía en el mes de julio que es invierno, esa sandía que encontrás en el supermercado es una sandía que vino de otro lugar porque en Paraguay la temporada es el verano, entonces, esa producción que vino de otro lado rompió la capa de ozono para llegar hasta tu mesa. Por eso proponemos comer otras cosas, buscar elementos locales que reemplacen lo que estás buscando. Eso significa tener un poco más de información; y a través de esta campaña queremos empezar a introducir elementos de información, sobre la temporada de determinados alimentos, preguntarnos como consumidores de dónde viene esta comida, quién se ocupó de producir y cómo cuido este cultivo. Ir más allá del simple acto de comer rápido, y continuar tu vida. Tomar la alimentación como el elemento central de nuestras vidas, porque la comida es la que nos da la energía para poder desarrollar todas nuestras actividades. Es importante conocer la calidad de esa comida y cómo está afectando a tu salud y al ambiente eso que estás comiendo todos los días.