LAS VEGAS - EEUU
Donald Trump y Hillary Clinton volvieron chocar en el último debate sumergiéndose en los asuntos fundamentales de la sociedad estadounidense, bajo una atmósfera glacial pero más cívica en la recta final de una agria campaña presidencial.
El debate, en la Universidad de Nevada en Las Vegas, arrancó, como en el segundo duelo, el 9 de octubre, y contra la tradición, sin un apretón de mano entre los 2 rivales que buscan llegar a la Casa Blanca. Pero el inicio de la velada se concentró en los asuntos de fondos: Corte Suprema, armas, aborto e inmigración.
Trump negó las denuncias en su contra por comportamiento indecente con mujeres, y acusó a su adversaria Clinton y su equipo de estar por detrás de esas acusaciones. “Yo creo que ella incitó a estas personas a dar el paso adelante”, dijo Trump apuntando un dedo a Clinton, acusándola de organizar una campaña sucia basada en denuncias que son mentiras.
El magnate también respaldó la Segunda Enmienda de la Constitución, que protege el derecho a poseer armas, y que a su juicio “está bajo asedio”. Aunque también apoyó el derecho a las armas, Clinton dijo que eso “no está en conflicto con una regulación de sentido común para controlar su acceso”, acusando a Trump de estar en el bolsillo del lobby armamentista.
El contraste de posturas continuó en el tema migratorio, inyectado desde el inicio en la campaña especialmente por Trump que propone construir un muro en la frontera con México y deportar a los 11 millones que viven clandestinamente en EEUU. “Estamos recibiendo las drogas, y ellos el dinero. Necesitamos fronteras más fuertes”, dijo el empresario. “Tenemos algunos hombres malos y vamos a sacarlos”, señaló. Clinton, que defiende el intento del presidente Barack Obama por pasar una reforma migratoria, defendió la regularización de indocumentados. “Así los empleadores no pueden explotarlos y reducir los salarios de los estadounidenses. Y Donald sabe mucho de eso”, dijo.