El poder transita siempre el camino de la oscuridad respaldado en que sus administradores se creen infinitos y superiores. No reparan en límites ni les importan las normas. Creen estar por encima de ellas y nadie es capaz de advertir que sus pasos lo llevan al precipicio.
Hay una secreta conspiración orientada hacia el fracaso. Los que creen ser inmunes o impunes a sus consecuencias son los más entusiastas en los errores. Carecen de memoria histórica y son incapaces de advertir al capitán del barco de la inminencia del choque contra el iceberg. Todos como en el Titanic se creen inmortales y cualquier advertencia es sepultada por el sonido de la orquesta y el tintineo de las copas celebratorias. Están ciegos y son incapaces de reconocerlo
No se puede explicar de otra manera el cambio de conducta de un presidente que el 31 de octubre respondía de manera lúcida ante su error de buscar por el equivocado camino de la enmienda modificar un artículo constitucional. Habló en su comunicado que eso traería división, crispación y pérdida de tiempo. Estimulado por la derrota demócrata en EEUU, el 8 de noviembre pegó un golpe de timón que lo enfila directamente contra el iceberg. Adentro celebran el “nuevo rumbo” sin presagiar que serán ellos los primeros en sufrir sus consecuencias.
A Raúl Cubas se le advirtió que liberar a Oviedo sería el comienzo de su fin. Lo supo el 28 de marzo luego de varios muertos y el inicio de exilio para él y para el objetivo del indulto: Oviedo. El país se dividió y estuvimos a punto de acabar en una confrontación armada. El daño al país fue enorme. Cuando acabó el gobierno de González Macchi, las arcas estaban vacías y el país: agotado. Duarte Frutos, que leyó poco de historia, repitió pronto lo mismo. Quiso ser presidente de los colorados y lo consiguió sin ejercer nunca el cargo. Luego electo senador sin poder asumir. En el camino, destrozó el Tribunal Electoral y la Corte Suprema.
El intento de buscar la enmienda promovió a un obispo sin cátedra que a caballo de oponerse a la violación de la Carta Magna alcanzó la presidencia sorprendentemente. Todo lo hizo mal su jefe de campaña, Nicanor, para terminar este llevando a la llanura al Partido Colorado. Estaba ciego.
Cuando Lugo cumplió sus 3 años de mandato también le entraron ganas de promover la enmienda. Pocos meses después... estaba afuera del poder vía juicio político. Hoy asociado con sus verdugos promueve lo mismo a lo que inicialmente se había opuesto. Estaba y sigue ciego.
Esta es la tercera vez que vemos la misma película. El asesor político de la presidencia, Filártiga –férreo opositor a la enmienda para Lugo– es hoy el promotor de Cartes y este enfila su nave hacia el desastre. No pueden haber elegido peor fecha para presentar las firmas planilleadas: 13 de enero. El arribo al poder de los colorados con Morínigo fue la antesala de la Revolución del 47, que se cebó en decenas de muertos y miles de inmigrantes. Sus heridas están aún abiertas. Toda una metáfora no aprendida. Están ciegos.
Sin nadie que otorgue credencial democrática a nadie, porque desde el 20 de enero cada país adolescente democrático “andará por su cabeza”, Dios nos libre y guarde de sus efectos, porque sus consecuencias pueden ser inconmensurables y devastadoras para todos.