Gustavo A. Olmedo B.
Existen canciones para la distracción y el olvido, así como otras que, de manera casi imperceptible, conducen a la pregunta, despiertan el deseo olvidado o desempolvan reclamos quizás más vivaces en tiempos del ímpetu juvenil o las luchas políticas. Estas fueron las protagonistas del recital realizado el pasado martes. Con el título Hazme un sitio a tu lado, en alusión a la bellísima composición de Juan Manuel Marcos y Carlos Noguera, el cantante Ricardo Flecha convocó a una gala musical intimista en la Manzana de la Rivera, que resultó pequeño (decenas de personas quedaron fuera), junto con el pianista Óscar Fadlala, con quien desde hace años conforma un dueto de gran calidad interpretativa, así como de agradable presencia en escena, con toques de simpática complicidad.
En un escenario sencillo, con luces y un jarrón de flores naturales, el ex integrante de Ñamandú y Juglares, envolvió a la platea con su particular timbre de voz, varias anécdotas y las emblemáticas composiciones del Nuevo Cancionero y del folclore paraguayo, con creaciones geniales de Alberto Rodas, José Asunción Flores, Agustín Barboza, Silvio Rodríguez, Víctor Heredia, Félix Fernández, entre otros tantos.
Títulos como El rey mafioso, Hazme un sitio a tu lado, Paraguaype, Razón de vivir, ¿Dónde están?, Canción para Verónica, El breve espacio en que no estás, Reservista purahéi, Patria Querida, y muchos más, llenaron el auditorio recuerdos, sentimientos de identidad paraguaya, ansias de justicia, inquietud de libertad.
Flecha cantó ensimismado y con emoción. Fadlala se lució con un acompañamiento magnífico; atento y delicado con cada tecla. La gente disfrutó, vibró y se sintió como en casa; noche digna de un reprise. Cuando el canto es grito del deseo de la persona, expresión de gozo, nostalgia de un bien ausente, se convierte en semilla de bien y deja entrever lo inconmensurable y bello del corazón humano.