Uno de los principales problemas en nuestro país es que se da más importancia a planes gubernamentales que a políticas estatales. En un juego perverso donde compiten el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo por ver cuál tiene mayor respaldo popular, se toman medidas que terminan perjudicando a la gente.
Independientemente de que el ritmo de crecimiento del endeudamiento público puede ser preocupante, no hay un trabajo en conjunto entre el partido gobernante en el Ejecutivo y los legisladores de ese mismo partido en el Parlamento para tratar de reducirlo o mantenerlo a niveles razonables.
En una propuesta seria por la carrera presidencial, un candidato al Poder Ejecutivo debería trabajar con quienes se candidaten al Congreso por ese partido, para plantear propuestas que perduren en el tiempo. Por ejemplo, si los planes del candidato a presidente de la República son concesionar rutas o aeropuertos, los legisladores de ese partido deberían tener como bandera estas propuestas. Si los planes son que el Estado se siga haciendo cargo de la construcción de vías de todo tiempo y de terminales aeroportuarias, los legisladores deberían aprobar mecanismos que permitan al Tesoro tener recursos para ejecutar estos trabajos.
Estos mecanismos podrían incluir medidas impositivas o endeudamiento público. Pero la gente debería saber que está votando por un candidato que va a optar por una u otra vía.
La falta de una visión estatal hace que se dejen de lado medidas económicas que perduren y se retroceda en lo conquistado hasta el momento. La decisión tomada por el Congreso, durante el tratamiento del Presupuesto 2017, podría provocar que todo el camino andado hasta el momento en la construcción de una macroeconomía sólida sea borrado.
No se puede decidir de la noche a la mañana que el Estado ya no se endeude. Se debe construir un proceso que otorgue herramientas al Ejecutivo para que reduzca la evasión impositiva al mínimo y modifique el sistema tributario, para que quienes más ingresos tienen más tributen, y así obtener recursos para encarar los trabajos. Tampoco se puede poner un tope a la política monetaria de manera antojadiza. Hay que trabajar en planes que impidan a las entidades financieras intermediarias ganancias a costa de acuerdos llamativos, pero no cortar procesos porque sí.
La construcción de un país no puede estar supeditada a peleas políticas. En un escenario de crispación política, la incertidumbre tiene efectos inmediatos sobre la economía y golpea primero a las clases sociales más desprotegidas, a través de inflación y desempleo.