03 may. 2025

ANDE: Crónica de una crisis anunciada

Por Alberto Acosta Garbarino Presidente de DENDE

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Alberto Acosta Garbarino

En este momento todas las personas de nuestro país, desde los empresarios hasta las amas de casa, están desesperadas por el calamitoso servicio de la ANDE. ¿Cómo esta empresa, que ha sido modelo en el pasado, ha llegado a esta situación? ¿Quiénes son los culpables? Para responder en forma simplificada a estas preguntas, tenemos que remontarnos a comienzos de la década de los noventa.

Hasta ese momento, la ANDE era una empresa muy bien administrada, que gracias al financiamiento internacional y a los ingresos que su operación le producía, generaba el suficiente dinero para financiar el mantenimiento de su red eléctrica y la expansión de la misma.

Pero en 1989 el mundo cambió dramáticamente, se desplomó el comunismo y las ideas que quedaron fueron las de libre mercado, de privatizaciones de las empresas públicas y de achicamiento del Estado.

Estas ideas fueron ordenadamente escritas en un documento llamado el Consenso de Washington, que fue la receta utilizada para nuestros países por los organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el BID.

Basados en esa receta, dichos organismos cortaron los créditos destinados a las empresas públicas que brindaban los servicios de luz y de agua, como una manera de presionar a nuestros países a privatizar las firmas.

En el Paraguay el gobierno de Wasmosy quiso avanzar con un proceso de privatizaciones, pero su mismo Partido Colorado, con el apoyo de ciertos sectores sociales, consiguió frenarlo.

Para empeorar las cosas, en esos años, el dólar subía en todo el mundo y una empresa como la ANDE que tenía muchos costos en dólares y sus ingresos en guaraníes, comenzó a operar con pérdidas. La tarifa en guaraníes podía ser ajustada, pero no se hacía porque era políticamente impopular.

Sin financiamiento internacional y con pérdidas operativas, la ANDE no solamente dejó de hacer inversiones para ampliar su red, sino que incluso dejó de realizar el mantenimiento de sus equipos.

Nosotros, los usuarios, no sentíamos la crisis en ese momento, porque los equipos eran relativamente nuevos y la capacidad instalada era superior a una demanda deprimida por el estancamiento económico de aquellos años.

Pero a partir del 2003, gracias al boom económico mundial, la economía paraguaya empezó a crecer y el consumo de energía eléctrica se incrementó en forma importante. A partir de ahí, la crisis ya era solo una cuestión de tiempo.

Felizmente, desde hace unos años y después del colapso de las políticas neoliberales en América Latina, los organismos financieros internacionales han vuelto a financiar a las empresas públicas del sector eléctrico.

Pero las administraciones de la ANDE de los últimos años, no han actuado con la rapidez y la eficiencia necesarias para mantener y ampliar nuestra red eléctrica, antes de que sea tarde.

Tenemos una inmensa generación de energía con Itaipú y Yacyretá, pero no hemos hecho las inversiones en transmisión y en distribución de manera que la misma pueda llegar adecuadamente a las casas y a las empresas.

Hoy existen varias zonas del país donde el corte de energía, todos los días y por varias horas, se ha vuelto una rutina. También se están volviendo una rutina los incendios en las subestaciones, como el ocurrido el viernes pasado en Lambaré, debido a que tienen equipos obsoletos y con un pésimo mantenimiento.

Ahora, la crisis ya está instalada y la solución va a llevar mucho tiempo. Por eso es imprescindible decretar una emergencia eléctrica –como lo hizo la Argentina– y tener un plan que por un lado, otorgue facilidades a la ANDE para que pueda realizar rápidamente las inversiones necesarias y, por el otro lado, concientice a la ciudadanía, para un uso racional de este bien escaso.

Caso contrario, nuestra situación va a ir de mal en peor.