Escondidos en túneles, los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) y sus familiares seguían defendiendo este jueves con ataques kamikaze su último reducto de un kilómetro cuadrado en el este de Siria ante a la ofensiva de la alianza árabo-kurda, apoyada por la coalición internacional.
El EI conquistó en 2014 amplias zonas y grandes ciudades de Siria e Irak, de una superficie comparable a un país como Gran Bretaña.
Pero su autoproclamado califato quedó reducido ahora a unos centenares de yihadistas, encerrados en su último bastión de la provincia de Deir Ezzor. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza árabo-kurda apoyada por la coalición internacional liderada por EEUU, lanzó el sábado su ofensiva final.
Sin embargo el avance en la zona del pueblo de Baghuz sigue siendo lenta. Hay enfrentamientos violentos, batallas feroces, dijo a la AFP Adnan Afrin, un portavoz de las FDS. “Hay una fuerte resistencia“, aseguró.
Los combatientes del EI, algunos extranjeros, están rodeados en un sector de poco más de un kilómetro cuadrado, que incluye varias casas del pueblo de Baghuz y un campo, según este portavoz.
“No tenemos cifras exactas pero podemos dar una estimación de cerca de un millar de combatientes hombres y mujeres“, aseguró el portavoz. Los responsables de las FDS no tienen sin embargo información sobre la presencia de civiles.
“Ahora hay muchos túneles en Baghuz. Es por eso que la operación toma retraso, hay muchos kamikazes que atacan con coches o motos bomba“, dijo Afrin.
El martes las FDS también sufrieron dos ataques “llevados a cabo por mujeres kamikaze“, indicaron.
Huyendo de los combates y de los ataques aéreos, más de 39.000 personas, principalmente familias de yihadistas, llegaron desde diciembre a sectores controlados por las FDS, según la oenegé Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
Después los civiles, así como las mujeres y los hijos de yihadistas, serán transferidos hacia los campos de desplazados del norte de Siria. Pero a veces tienen que dormir varias noches a la intemperie, en zonas áridas cerca de Baghuz donde las temperaturas caen durante la noche.
“Los niños lloraban toda la noche a causa del frío“, dijo Fátima, que forma parte de las 300 mujeres y niños, en su mayoría iraquíes, que salieron recientemente del enclave.
A su lado, bajo un sol de invierno, los niños caminan descalzos. Uno de ellos muerde una cuchara de plástico, otros piedras o arena. Los más pequeños lloran.