Vinicius era un bebedor formidable. Tan buen bebedor era que pocos recuerdan haberlo visto en estado de ebriedad, a pesar de que bebía más de una botella de escocés por día. Cuando prácticamente adoptó como hijo artístico a Tom Jobim, le dijo que si quería ser un auténtico creador, debía beber no menos de una botella de whisky por día, sin dejar de componer y actuar en público. Para más, la botella obligatoria no dispensaba al cultor de tomarse los chopp, vinos, cognac y demás espirituosidades que se le ofrecieran. Jobim respetó puntillosamente la fórmula creativa del maestro, hasta poco después de su muerte, en 1980.
Toquinho, María Creuza, Miucha (hermana de Chico Buarque) y algunas figuras más de la música popular brasilera (MPB), fueron apadrinados por el maestro. El mismo Chico Buarque creció bajo su sombra. El enorme talento poético que mostraba Chico, a la par de sus dotes excepcionales como compositor y guitarrista, no despertó celo alguno en Vinicius. Cuánta diferencia con los celos cuasi histéricos que mostraron y muestran aún muchos de nuestros artistas con sus colegas.
Ya no se sentía tan bien como de costumbre, pero lo mismo Vinicius aceptó una gira por Europa. Lo acompañaron Chico Buarque, María Creuza, Miucha y un grupo buenísimo de músicos. El material grabado que disfruté, fue el de la actuación en Roma. Vinicius tenía a su alcance una botella de J&B, de la que dio cuenta durante el show. Se dirigía al público en impecable italiano, parte del lote de idiomas que manejaba, como grata secuela de su formación como diplomático de Itamaraty, y cantó con su ripiosa pero afinada voz, más que cualquier otro miembro del grupo, porque el público se lo pedía.
En el curso de 1978 ya estaba en estado de alarma. Tenía cirrosis. En el verano pasado, había estado en Punta del Este, donde se enamoró por enésima vez, y escribió un poema a la ciudad de “su” amor. Poco después, se enteró de que tenía cirrosis hepática, lo que era una condena a muerte. En vista de todo ello, abrió un local nocturno al que bautizó Cirrosis. Un pito catalán gallardo y elegante a la muerte.
Moneco López
Escritor
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