Cuando Declan Chan, un diseñador de moda hongkonés aterrizó esta semana procedente de Zúrich, fue acogido por policías que le colocaron un brazalete en la muñeca. El dispositivo está conectado a una aplicación que debió descargar en su teléfono antes de iniciar sus dos semanas obligatorias de cuarentena a domicilio.
El conjunto permite a las autoridades verificar en tiempo real dónde se halla, para garantizar que las personas que regresan del extranjero no propaguen el coronavirus, en un momento en que crece el miedo a los “casos importados” en esta ciudad, que hasta ahora supo hacer frente a la epidemia. Chan, de 36 años, dijo que se acostumbró a este “soplón“, que avisará a las autoridades si sale.
Las autoridades hongkonesas informaron esta semana muy discretamente sobre este dispositivo, usado más habitualmente en servicios de aplicación de penas. Desde el jueves, todos los que llegan del extranjero deben portar el dispositivo. AFP