Andrés Colmán Gutiérrez
Periodista y escritor
El estreno de El Galpón en modo Covid es significativo por la manera en que la pandemia sorprendió antes del estreno y les motivó a reinventarse. ¿Cómo fue esta experiencia?
–Toda mi vida profesional se sustenta en la creatividad basada en el trabajo diario, disciplina productiva y creatividad presencial, con una hoja de ruta clara, agendas, procesos para llegar a resultados. Más que nunca esta obra fue planificada con el método y sistema acuñado por 45 años de trabajo y productividad en escena. Me propuse hacer de esta una experiencia de elenco municipal o nacional de teatro, para presentar un repertorio que serían digno de esta iniciativa: Un estreno mundial con El Galpón, la obra que nos legó Hugo Herrera para ser estrenada en Paraguay y en lengua española (el original es en francés).
Iniciamos los ensayos en el tórrido enero paraguayo. A poco de armar un elenco con excelentes actores: Calolo Rodríguez, Mario Toñanez y Ronald Maluff, y de regisseur Matías Miranda, quienes se involucraron en la obra con la actitud de dar lo mejor de ellos, siendo que estábamos ante un texto difícil, complicado e inusual en la trama. También es destacable la presencia de Maria Liz Barrios y Dorita Gómez en asistencia de dirección y producción ejecutiva. Bromeábamos: “Es una obra actuada por varones, pero sostenida detrás por mujeres” con Luces de Martin Pizzichini y edición musical de Octavio Linares
Cuando los actores enfrentaron el texto yo tenía la adaptación hecha, porque la obra fue adaptada para nuestro medio.
Estaba todo hecho, Norma Basso, viuda de Hugo, tenía los pasajes comprados desde París y Martiniano Herrera desde Buenos Aires para asistir al estreno, el 26 de marzo, cuando sorpresivamente y sin previo aviso, el gobierno decreta la cuarentena total y estricta en el Paraguay, con el cierre inusual de todo, y con ello, de los teatros.
Es inenarrable la desazón que nos embargó. La última reunión fue en el ambiente de un velorio. Cabizbajos, hablamos poco, recogimos nuestras cosas personales, y con lágrimas en los ojos, nos abrazamos hasta que muy pronto podamos volver a encontrarnos para estrenar nuestra obra que tantos afanes nos costó. Personalmente toda mi creencia en el sistema de planificación como método de trabajo se cayó luego de 20 años que fue herramienta para llegar a resultados exitosos. Agradecí a Dios y a mis auspiciantes el no haber contraído deudas para pagar la inversión en este montaje oneroso y dedicado. Fuimos a nuestras casas, y cinco meses después en agosto, cuando el país inició la fase 3 de la cuarentena inteligente, con la fe puesta en el reinicio de los trabajos, para un futuro estreno online, luego de unos diez días de ensayos, los actores ensayaron vía WhatsApp o Zoom para recuperar el ritmo de la obra, convocamos al realizador audiovisual Carlos Cáceres Ferreira y su equipo y pudimos ¡al fin! grabar la obra y con la ayuda del audiovisual ¡salvar la obra del naufragio!
–¿Cuáles son tus expectativas? ¿Crees que la gente podrá acostumbrarse al modo COVID de ver teatro?
–Mira, este hecho de una obra sobreviviente a la pandemia queda para la historia. Fuimos el primer grupo, junto con el autoteatro, que se rebeló ante el destino de ostracismo y, con los cuidados sanitarios, regresó a los ensayos, convocó a los técnicos y preestreno presencial con 15 personas, invitados especiales, para que testimonien este especial momento: De una obra que se resistía a morir sin dejar de ser teatro. Cuando grabáramos para el audiovisual, la obra se reproduciría en otro lenguaje, pero nosotros, montamos esta obra para hacer teatro.
¿Que esperamos? El apoyo del público y de la ciudadanía cultural en el estreno online y cuando la podamos realizar en un escenario. Queremos un público capaz de apreciar todo lo que hemos hecho y hacemos por el teatro, de nuestro esfuerzo por que la ciudadanía pueda disfrutar de un teatro de arte, a partir de nuestros emprendimientos como artistas de sector privado. Te recuerdo, que ni la Municipalidad, ni el estado tienen un Elenco público de teatro de arte. Ese vacío lo llenamos los emprendedores privados de cultura con patrocinio por concurso del Fondo Municipal para las Artes Escénicas con el que se sustentó la obra. Nuestro público sería nuestro principal aliado y de ellos esperamos su presencia online, su aporte financiero (las entradas son muy baratas: 5 dólares que en un hogar puede ver entre 4 o 5 y dividir el precio entre todos) y el apoyo presencial al teatro, cuando la dura emergencia sanitaria nos permita volver a trabajar.
–Tuviste una relación profesional y de amistad cercana con Hugo Herrera, dramaturgo argentino, autor de El Galpón, muy relacionado con el Paraguay. ¿Cuál fue su relevancia y cuanto significa llevar a escena esta obra suya?
–Hugo Herrera fue argentino de nacimiento y paraguayo de corazón teatral e intelectual. Desde muy joven vino a buscar sus orígenes y se involucró afectuosa y orgánicamente al movimiento cultural paraguayo. Era del grupo de las tertulias literarias de José Luis Appleyard, pues era un también un gran poeta. Reunió a inicios de los años 70 a uno de los grupos del teatro independiente con Ramón del Río, Alejo Pesoa, Erenia López, Ñeco Rabito para internarse por los caminos de Latinoamérica y llegar al Festival Internacional de Teatro a Manizales. Algo sucedió en el camino que tuvieron que regresar sin cumplir este objetivo, que sí accedimos a realizarlo con el TPV y Tiempoovillo.
Junto a Norma Basso, su querida esposa y compañera teatral, asumió nuestras luchas libertarias por la cultura como si fuera suya. En épocas de La Farándula y Aty Ñe’ê vino a Asunción a estrenar un montaje y sumarse así a nuestras luchas culturales contra la dictadura. El departamento de Hugo y Norma fue siempre la “embajada paraguaya de la resistencia”. En tiempos de la dictadura, artistas, teatristas y gente de cultura tuvimos siempre en la casa de Hugo y Norma, la contención, cobijo y apoyo que necesitábamos para organizar castigo y sanción internacional a la dictadura paraguaya en Europa.
Hugo y Norma, se pagaron su pasaje para venir a festejar el bicentenario con sus amigos paraguayos. Se integraron a una obra escrita y dirigida por Raquel Rojas, “Paraguay coraje” como actor, con otros doscientos artistas de música, teatro y danza, obra con la cual iniciamos los festejos del Bicentenario cultural en el Teatro Municipal en el 2011. Y también trajo a estrenar en la Semana de Teatro organizada por el Cepate, con motivo de un homenaje a su trayectoria, su espléndida adaptación teatral de la obra El Sonámbulo de Augusto Roa Bastos, adaptada, actuada y dirigida por él. El Sonámbulo, en versión y dirección de Raquel Rojas, será el nuevo repertorio del El Camarín Arteatro de Asunción por los 150 años del final de la guerra de la Triple Alianza, actuada en el protagónico por Calolo Rodríguez con la asistencia y actuación de Matías Miranda. Será mi próximo estreno el 1 de octubre del 2020.
–Has hecho adaptaciones a la obra original para vincularla a la realidad nacional. ¿Qué dice esta puesta en el contexto de la crisis actual?
–Esta pregunta está reflejada en una devolución de la obra que me enviara el maestro Ticio Escobar crítico de artes en un mensaje luego de ver la obra, él dijo acerca del montaje: “Felicidades Raquel por haber llevado a cabo este proyecto complejo en tiempos tan difíciles.
Magnifico el guion de Hugo Herrera; una puesta por la dignidad de la condición humana en situación extrema de encierro que cobra especial vigencia en tiempos de pandemia. Es un grito de libertad, solidaridad y esperanza en una radical, y singular, salida ética a pesar de todos los condicionamientos adversos, que condicionan a los personajes: Que nos condicionan a todos/as. Felicidades por la actuación y la dirección, que incluye la escenografía. ¡Viva el Teatro!”. Esto no lo digo yo, lo dice un espectador calificado
Uno de los énfasis de los 30 montajes de El Camarín Arteatro de Asunción, desde su creación en el año 2000, con el nuevo milenio, es asumir textos propios, de autores paraguayos, latinoamericanos o clásicos universales, pero todos tienen la adaptación ética y estética a nuestras realidades cotidianas, de forma que el teatro se convierta en una manera de ver e interpretar el mundo actual y nuestra realidad, la de quienes vivimos los temas sociales, históricos y políticos de nuestra sociedad. Sigo la lección de los trágicos griegos para quienes el teatro era una “Escuela de moral”: El teatro sirve a su sociedad para desvelarle caminos para una mejor convivencia en paz y libertad.
Soy seguidora de Tolstoi, que decía: “retrata tu aldea y reflejarás el mundo”. El mundo entero puede caber en una escena teatral paraguaya, hablada en yopará o guaraní, al tiempo de ser tan universal e impactante. Esto me ha traído a veces trabas para llevar mi obra al exterior pues los festivales no son afectos a lo diferente, pero a mi ¡jamás me importó! Mi filosofía artística es: Hago para mí, para mis amigos, para mi público y para pasar el curso del tiempo. No tengo pretensiones, ni preocupación por lo universal y sería muy feliz si el día que me vaya de este mundo, el gran público paraguayo pueda decir: “Fue una gran mujer de teatro, vi sus obras que cambiaron mi forma de ver la vida, y me dieron claves para amar y valorar el teatro en Paraguay”.