Los países más desarrollados reunidos en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el G20 (20 países más ricos) y en la Unión Europea venían discutiendo desde décadas las tasas impositivas vigentes para las corporaciones y los diversos mecanismos a través de los cuales estas evaden y eluden sus compromisos tributarios.
Paraguay, como país con filiales de corporaciones transnacionales involucradas sobre todo en los denominados “flujos financieros ilícitos”, se sumó a la iniciativa impulsada por la OCDE y el G20 denominada “Marco inclusivo” para evitar la erosión de la base imponible nacional y el traslado de beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés).
La llegada de la pandemia le mostró al mundo que esta iniciativa, si bien es necesaria y urgente, es claramente insuficiente para garantizar los recursos que los países necesitan para proteger a su población. A pesar de que los países ricos tenían sistemas de salud y seguridad social más fuertes que el resto y que lograron implementar importantes políticas para sostener los cierres económicos que exigía la pandemia y los altos costos de la enfermedad y de las muertes, fueron insuficientes.
La realidad mostró que las prestaciones eran mínimas así como los recursos financieros de los que disponían para financiarlas, lo que obligó a un fuerte endeudamiento. Frente a esta situación, estos países están planteando diversas estrategias globales y nacionales. Una de ellas es un impuesto único del 15% a las grandes corporaciones, lo que eliminará la llamada “carrera a la baja” de impuestos, ya que no existirá la posibilidad de que algunos países cobren menos impuestos y con esto las corporaciones terminen ubicándose en estos países. Algunos países dejarán de ser “paraísos tributarios”, rompiéndose la lógica de atraer empresas basados en impuestos bajos. Esta medida hará que las grandes corporaciones paguen impuestos justos y contribuyan con los recursos que necesitan los países para garantizar las políticas que requieren el desarrollo y el bienestar. Esta tasa única facilitará también la reducción de los flujos financieros ilícitos en los países desarrollados.
Paraguay debería asumir esta problemática, que si bien es global, se transfiere de manera directa al interior de los países de ingreso medio. Debemos dejar de vendernos como país barato en impuestos tal como persistentemente vienen señalando las autoridades de turno y voceros de los sectores privilegiados con esta política.
Esta política solo beneficia a unos pocos mientras que perjudica a la mayoría, porque ante la ausencia de ingresos tributarios de quienes más ganan, son los trabajadores y la clase media los que deben aportar para contar con sistemas de salud, educación, protección social y obras de infraestructura. Y lo que es peor, nos obliga a endeudarnos, tal como lo demuestra la evolución de los indicadores macroeconómicos en Paraguay.
El mundo está cambiando y Paraguay no puede continuar siendo una isla. Más de la mitad de la población se encuentra en situación de pobreza o vulnerable a caer en ella. Necesitamos salir de esta situación y sumarnos a los debates y soluciones globales si queremos dejar de ser mendicantes hasta para obtener vacunas.