Llueva, haga calor o frío, Camilo Pérez siempre está en una concurrida esquina de Obligado, Departamento de Itapúa, con sus bolsas de naranjas que coloca en la vereda y en la valijera de su auto. Es un productor de pequeña finca que cada mañana llega desde Paso Guembe, distrito de Trinidad, donde expone y vende su producción.
Paso Guembe se hizo conocido hace más de dos décadas por organizar cada año la Fiesta Nacional de la Sandía. Posee un comité de agricultores que realiza dicha actividad en enero de cada año desde hace 27 años, con la salvedad de que este año no se pudo llevar a cabo debido a las restricciones impuestas por la pandemia. Camilo es uno de los más de 200 productores asociados que trabajan en una propiedad de cinco hectáreas donde cultiva rubros de consumo y de venta. Casi todo el año produce el cítrico mediante la asistencia técnica que recibe de los especialistas que asesoran a los miembros del comité. Para poder obtener una mayor rentabilidad, él mismo trae y comercializa su propia producción porque si hay intermediación de terceros, los ingresos son menores. Camilo se ubica en un lugar por donde cruzan muchas personas diariamente. “La gente ya sabe que aquí estoy, por eso al pasar para la marcha de su vehículo y compra mi naranja, mediante lo cual llevo una vida digna con mi familia”, comentó el joven.
El productor dijo que vende entre 2.500 y 3.000 frutas por día, tanto de la variedad común como de las variedades injertadas. “Algunos prefieren las frutas que tienen mucho jugo, otros llevan las que tienen más pulpa que jugo y mucha gente se decide por ambas variedades, lo importante es que cada día muchas personas compran naranjas”, señaló.
“Durante la pandemia creció la venta de la naranja porque la gente se vio obligada a reforzar sus defensas ante el coronavirus”, sentenció. NM