24 abr. 2024

Un país con muchos jóvenes, pero sin políticas públicas

Paraguay se encuentra en plena etapa del bono demográfico. Una importante cantidad de jóvenes está estudiando, trabajando o realizando ambas actividades a la vez. Otro grupo está fuera del sistema educativo y del mercado laboral. Las mujeres jóvenes enfrentan desigualdades en materia económica y violencia de todo tipo. Las políticas públicas no cuentan con estrategias específicas para este grupo etario, menos aún si se busca atender las causas diferenciadas por sexo o por áreas urbana o rural de las exclusiones y riesgos. Este Gobierno todavía no ha dado respuestas claras y las pocas que dejó entrever no son las adecuadas para cambiar la situación de los jóvenes y prepararlos para el futuro.

La reciente medida gubernamental de exigir el servicio militar obligatorio (SMO) dio cuenta del vacío que existe en las políticas públicas para solucionar los problemas que enfrenta la juventud paraguaya. El sistema educativo no es capaz de retener a los jóvenes que quieren estudiar, sino que además los expulsa por los costos educativos, a pesar de la normatividad sobre la gratuidad de la educación hasta completar el nivel medio. Adicionalmente, para llegar al establecimiento educativo requieren de algún medio de transporte, recursos para vestimenta y para alimentación si el tiempo entre el trabajo, la casa y el estudio es largo. En muchos casos incluso para vivir fuera de su entorno familiar.

Las mujeres están particularmente afectadas por el tiempo de trabajo al interior de sus hogares, ya sea haciendo tareas domésticas o cuidando familiares dependientes. Muchas de ellas dedican la mayor parte del día en esta ocupación. Los problemas económicos y la necesidad de colaborar con dinero con la familia son las principales razones de inasistencia de la juventud a una institución educativa. Estos factores no son abordados en toda su magnitud por el Estado. Si bien hay becas, programas de alimentación escolar y boleto estudiantil, estos tienen una cobertura limitada en cuanto a la cantidad de jóvenes beneficiados y a lo largo de todo el año lectivo. No hay políticas de cuidado que reduzcan el peso de esta responsabilidad en las mujeres jóvenes.

En materia laboral, el apoyo al emprendedurismo propuesto por el Ministerio del Trabajo como respuesta para ampliar las oportunidades educativas constituye una respuesta parcial y precaria que no contribuye a la productividad ni al trabajo decente, con lo cual se limita el crecimiento económico y la sostenibilidad del sistema de seguridad social contributivo a largo plazo.

Desde hace más de una década, los jóvenes emprendedores solo consiguen sobrevivir, muchos ni siquiera logran dejar la pobreza, menos romper con la transmisión intergeneracional de vivir en la penuria o garantizar su seguridad económica durante toda su vida. A largo plazo, este tipo de trabajo los excluye de la seguridad social, con lo cual dejan de contribuir al financiamiento del sistema.

Otros ámbitos que han sido olvidados históricamente por la política pública son la recreación, la cultura, la participación social y política y los deportes; mientras que un tema que aumenta paulatinamente su relevancia por el incremento del consumo de drogas es el acceso a servicios de salud.

La juventud está siempre en el discurso de políticos y autoridades; sin embargo, cuando se trata de remover los obstáculos que se interponen en su bienestar prima el vacío. Hasta ahora, no se observan cambios significativos en los objetivos de la gestión actual. Esperemos que con el transcurrir de los próximos meses muestren estrategias que contribuyan a una transformación de la situación actual y que se proyecten al futuro.

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